Había estado viviendo por vivir.
Su rutina era visitar a sus hermanos y dormir. A penas y recordaba comer, quizás ya hasta tenía úlceras de tanto mal pasarse y empastillarde.
Claramente hoy no será la excepción, ya estaba preparando todo para irse a descansar sin haber cenado, cuando vio algo extraño.
La mano de Tommy se había movido. Fue tan mínimo, que casi no lo nota.
Tomó con rapidez su celular para marcarle a su padre, esperando a que conteste. Tenía que darle las buenas noticias.
Apenas contesto, no dudó en decirle.
—¡Papá, creo que Tommy quiere despertar!
—¿De verdad?— escuchó la voz emocionada de su progenitor.
—Sí, pero no creo que lo haga hoy.
Un gran silencio del otro lado de la línea lo hizo preocupar.
—¿Papá...?
—George volvió.
Wilbur parpadeó varias veces, intentando procesar las palabras del mayor. La última vez que hablo con su padre, este le había dicho que George por fin se había ido del internado, sin tanto detalle.
¿Por que demonios había vuelto?
¿Era masoquista?
—¿Por que?— preguntó directamente, sin poder creerlo aún.
—Quizás te haya ocultado algo...
—¿Philza...?
—Hay un asesino suelto por los pasillos que estuvo matando pacientes a diestra y siniestra, sospecho que fue el que golpeó a tus hermanos. Escondí todos los expedientes para que nadie más que yo lo supiera. No quería involucrar terceros. Te dejé ir por lo mismo.
Eso lo exaltó, no era algo que esperara, siendo sincero. No siempre tu papá te confiesa que estuvo escondiendo a un asesino por años.
—¿¡Por que mierda hiciste eso!?
—¡Quería protegerte!
—¡No eso! ¿¡Por que no llamaste a la policía!?
—¡Tenía miedo de que clausuraran el internado!
—¿¡Y ya no!?
—¡No, porque George está en peligro!
Eso sin duda lo hizo boquear, aferrándose con fuerza al aparató electrónico en sus manos.
—Se que vino a confrontarle... no llegó solo, pero si algo le pasa la culpa va a matarme...
Wilbur cerró los ojos, soltando un suspiro tembloroso.
—Voy para allá.