Bien, tenía dos problemas.
Su enfermo se había esfumado de la nada y no sabía ni en donde estaba parado.
—¿Estás perdido, niño bonito?
Miro hacia su derecha, observando al mismo castaño de ayer. Wilbur, si es que no se equivoca.
—Puedo ayudarte, sígueme— le pidió el de ojos rojos, comenzando a caminar en la dirección contraria.
Quackity tenía la opción de seguirle y atenerse a las consecuencias o quedarse ahí, completamente solo, hasta que su enfermero apareciera.
Iba a arriesgarse.
—¿A donde vamos?
—Un almacén.
—¿Para que?
—Para besarnos, seguramente.
Quackity se detuvo de inmediato, mirándolo con vergüenza mientras boqueaba. Aquello provocó una risa seca por parte de Wilbur.
—Solo camina.
El pelinegro le siguió en un silencio que no duró demasiado debido a sus dudas y nulas respuestas.
—¿Tú por que estás aquí?
El castaño sonrió un poco.
—Sufro de trastorno de la conducta.
Quackity tapó sus labios con sorpresa. Eso tenía más sentido.
—¿Y... el rubio también?
—¿Tommy?— cuestionó Wilbur, recibiendo una mirada de afirmación —no, el sufre de trastorno negativista desafiante.
—¿Eso que es?
—Es parecido.
Ambos detuvieron sus pasos cuando llegaron al lugar a donde el castaño los dirigía.
Apenas abrió la puerta del almacén vieron a un pequeño pelinegro dormitando en una esquina.
—George, ven acá— murmuro Wilbur, caminando hacia el niño para cargarlo con cuidado.
George se escondió en el cuello del chico con cansancio, apunto de caer dormido. Temblaba un poco debido al frío.
Quackity acomodó su cabello sin saber que hacer o decir.
—Quackity, saca un hoja de esa estantería— pidió Wilbur con cierta amabilidad, mientras acariciaba delicadamente los cabellos del niño en sus brazos para que descansara.
El pelinegro inmediatamente obedeció. Después de todo, no tenía nada más que hacer.
Wilbur se sentó en el suelo sin soltar al menor, acurrucandolo entre sus piernas y su pecho para desocupar sus manos.
—¿Para que la hoja?
—Haces muchas preguntas.
—Solo cuando no me detienen.
Aquello provocó una sonrisa en el castaño, que tomó el papel con cuidado de no arrugarlo. Lo coloco en el suelo, señalando con su dedo índice una cajita cercana.
Quackity la agarró con su mano derecha, sacando de ella algunos plumones y uno que otro lápiz.
—Haremos un croquis— le dijo Wilbur, tomando uno de los bolígrafos para empezar a garabatear en la hoja.
Garabatos que fueron tomando forma poco a poco hasta que se vio un pequeño dibujo minimalista del almacén. Quackity parpadeo sorprendido.
—Desde este punto te empezaré a explicar dónde queda cada lugar. Así no te perderás ¿bien?— cuestionó el castaño, sin dejar de observar el papel.
El pelinegro se sentó a un lado de él, ladeando la cabeza con confusión.
Al ver que el contrario no le respondía, alzó la mirada para observarlo fijamente, sin entender el motivo de su silencio.
—¿Que?
—¿Por que estás siendo bueno conmigo?— pregunto Quackity, tomando uno de los lápices para morderlo levemente.
—Porque quiero— se sincero Wilbur, continuando con otro pequeño dibujo.
George se removió un poco entre sus brazos, provocando una ligera risa por parte del castaño.
—Acá queda la cocina. A un lado está el comedor.
Quackity solo miraba con ternura los movimientos del mayor. No estaba nada acostumbrado a las muestras de atención o cariño.
Wilbur le explicaba con lentitud cada dibujo que hacía, hasta que se cansó, pasándole la hoja.
—Mañana podemos seguir. Me duele un poco la mano y la verdad no recuerdo del todo lo que sigue de acá— señaló con su mano uno de los garabatos.
Quackity sonrió apenas un poco, temblando levemente a causa del frío.
—¿Tienes sueño...?— cuestionó el castaño, mirándole de reojo.
—Frío solamente...
—Ven.
Le hizo un espacio entre sus brazos. Quackity miro con cierto pánico al mayor, sin saber muy bien que hacer.
Nadie nunca lo abrazaba por voluntad propia. Esto era nuevo para él.
Termino aceptando la invitación, yendo a refugiarse en los brazos del castaño. Milagrosamente, el frío terminó.
Cerró sus ojos disfrutando el momento.
Quizás todo estaba cambiando para bien.
Feliz navidad <3