—Alyssa, Callahan, Hola...— saludó Wilbur de mala gana, sentándose correctamente en la cama.
Quackity se acomodó rápidamente detrás de él, algo desorientado.
—¿Que hacen por aquí?— cuestionó el castaño mayor.
—Veníamos a buscar a Tommy y Tubbo— dijo la chica con inocencia fingida, como si no acabara de arruinarle un momento importante.
—"Lo sentimos, Wilbur"— se disculpó Callahan en lenguaje de señas.
—Ellos están congelándose lejos de aquí. Largo— les corrió el mayor, causando unas risas en los dos contrarios, quienes no dudaron en irse rápidamente.
Wilbur regreso su mirada a Quackity, quien tapaba sus labios con cierta gracia.
—¿Que te da risa?
—¿Por que buscas quedarte a solas conmigo?— cuestionó el pelinegro con una pequeña sonrisa.
Eso sin duda tomo desprevenido a Wilbur.
—Para besarnos, ya te dije.
Quackity cubrió todo su rostro con las mantas, ocultándose del mayor debido a la vergüenza.
—Deja de jugar...
—No estoy jugando, estoy coqueteando.
Se destapó con incredulidad, mirándolo como si hubiera dicho la peor mentira del mundo.
—Deja de burlarte...
—¿Por que piensas eso?
—Tan solo mírate— le señaló Quackity de pies a cabeza —¿por que alguien como tú se fijaría en alguien como yo...?
—¿Soy feo?— cuestionó Wilbur, sin lograr entender lo que el adverso decía.
—¡No, todo lo contrario!— exclamó el pelinegro, como si el otro hubiera dicho una atrocidad.
El castaño ladeó la cabeza sin comprender.
—Tú eres tan... lindo— termino por explicar el menor, abrazándose acomplejado consigo mismo —y yo soy... yo.
Wilbur se acercó con lentitud al pelinegro para no alterarlo más, mientras Quackity retrocedía todo lo que podía. Un corto beso en su frente le hizo tranquilizarse y quedarse quieto.
—Recién nos conocemos...— susurro el de ojos negros, desviando la mirada.
—Y aún así siento que te conozco de toda la vida— murmuro esta vez Wilbur, tomando entre sus manos las mejillas del menor para hacer que le mirara.
Sentían sus corazones bombeando con tanta rapidez que podrían salirse de sus pechos. Ojalá eso no pasara.
—Es como si te amara desde hace diez vidas...— siguió diciendo, para después soltar un suspiro lleno de pesadez —como si estuviera hecho para amarte solo a ti...— termino de decir, antes de unir sus labios en un beso que al principio era tranquilo.
Era como si hubieran estado esperándose el uno a otro por demasiado tiempo. Sus cuerpos exigían más contacto con el otro, eso definitivamente no lograban comprenderlo.
Esa conexión inmediata que no habían sentido con nadie más.
Desde que lo vio de pie en aquellas puertas enormes revolvió todo en su interior de una manera inexplicable.
Le gustaba. Definitivamente si, pero quizás estaba yendo muy rápido. Aunque si se ponía a pensar, desperdiciar tiempo es lo que había estado haciendo toda su vida, así que por primera vez tenía que arriesgarse.
No importa que tan pronto estuviera llevando todo, las consecuencias vendrían después. Quackity tal vez lo tomaría como un loco por estar besándole justo en este momento, pero se sentía tan correcto que lo disfrutaría por ahora.
Ambos terminaron separándose con una pequeña sonrisa.
—Aquí es donde me das una cachetada y huyes— comentó Wilbur con cierta gracia, escuchando una carcajada por parte del pelinegro.
—¡Déjame procesarlo al menos!
—Mhm... no.
Volvió a atacar los belfos del menor, quien se colgó de su cuello para acomodarse mejor. El castaño bajo sus manos hasta la cintura del contrario, acercándolo más a él.
—¡Ni siquiera se si esto está permitido!— exclamó Quackity entre risas sobre los labios del mayor, intentando alejarlo un poco.
—¿A quien le importa? porque a mi no.
—¡Wilbur!
—Me llamó.
Tapó cuidadosamente la boca del castaño, mirándole con un cariño que no sabe ni de dónde salió.
—¿Te gusto...?
—Desde que te vi— contesto Wilbur de inmediato.
—Esto es tan repentino...
—Dame una oportunidad.
Quackity le miró unos instantes en silencio.
—¿Aún que desobedezcas a tu padre?
Aquello provocó una risa en Wilbur, quien le miró burlón.
—¿Tengo cara de que sigo reglas?
—Sí.
—Mi expedienté dice lo opuesto.
Eso hizo que el pelinegro sonriera de nuevo.
—Suficiente para mi.
Y ambos se volvieron a fundir en un beso.