Quackity tembló entre los brazos de Wilbur, soltando un bostezo debido al cansancio.
—¿Tienes mucho frío...?— cuestionó el castaño, apegándolo más a su cuerpo.
—Demasiado...— murmuro con dificultad a causa de sus dientes tiritando, casi está seguro de que tartamudeo.
Wilbur le dio un leve empujón para que se alejara, viendo cómo obedecía de inmediato. Se levantó con cuidado de no lastimar al niño que tenía cargado y estiró su mano hacia el pelinegro.
Quackity la tomó rápidamente.
—Te llevare al cuarto de mi hermano menor— le explico el castaño, comenzando a caminar mientras le arrastraba.
—¿Tienes hermanos?
—Tres.
Parpadeo varias veces mientras lo miraba. Aquello sí que lo había sorprendido.
—¿Y todos están aquí...?— cuestionó con algo de miedo, no quería que el mayor se molestara ante tanta pregunta.
Pero Wilbur lucia demasiado tranquilo con eso. No parecía afectarle o causar algún efecto negativo en él.
—Solos dos.
—¿Cómo se llaman?— pregunto ya con más emoción. Le gustaba saber sobre el contrario.
—Tommy y Tubbo.
Quackity casi se tropieza al escuchar los nombres, eso sin duda no lo esperaba.
—¿¡Tommy es tu hermano!?
Tapó sus labios cuando vio que el pequeño entre los brazos de Wilbur se removía con cierta inquietud.
—No somos nada parecidos, pero si. Lastimosamente es mi hermano— respondió con burla, deteniendo sus pasos y los del menor.
—Bueno, mi hermano tampoco se parece mucho a mi— contó Quackity.
—¿Rubio oji-azul?
—Oji-verde, en realidad.
Wilbur abrió la puerta con lentitud, dejando ver una escena demasiado extraña y escandalosa.
Tommy zarandeaba a un castaño con entusiasmo, mientras este peleaba con un chico de cabellos bicolores. Otro pelicastaño solo los miraba con atención.
Todo sonido se detuvo cuando notaron la presencia de los otros dos.
—Este de aquí es Tubbo— señaló al chico que discutía con el rubio —y este es Ranboo— revolvió los cabellos del mencionado.
—Mucho gusto...— murmuro Quackity con timidez.
—Este pequeño de acá se llama Slime— Wilbur empujo levemente al pelicastaño, quien alzó su mano con nerviosismo como saludó.
El pelinegro le devolvió el saludo.
—Y por último, él es George— mostró con cuidado al niño entre sus brazos, para después recostarlo con delicadeza en la cama, intentando no despertarle.
Quackity sonrió levemente, sintiendo una pequeña calidez en el pecho.
—¿Por que se ocultan?— cuestionó algo curioso.
—No está permitido tener lazos afectivos entre pacientes— fue la vaga respuesta del castaño mayor.
—¡Oye, tú!— grito Tommy, señalándolo —¿cómo haces para que Wilbur te responda?
—Solo está siendo amable...— contesto Quackity.
—¡Él nunca es amable con nadie!
—Tommy, cállate— advirtió Wilbur.
—Ni siquiera le agrada la gente nueva.
—Tommy.
—¡Y odia dibujar!
Wilbur le dio un ligero golpe en la cabeza, provocando que soltara un quejido y se quedara en silencio.
—Tommy tiene razón, ¿por qué es tan bueno contigo?— esta vez pregunto Tubbo, sentándose en la orilla de la cama.
Quackity río con nerviosísimo, sin saber que responder. Quizás solo era una broma de mal gusto.
Eso no podría ser verdad ¿cierto...?
Wilbur miro de manera amenazante a sus dos hermanos para que cerraran la boca. Luego se acercó a Quackity.
—Ignóralos.
—¿Acaso mienten...?
—Todo el tiempo.
—¿Y justo ahora...?
El de ojos rojos boqueó, quedándose sin palabras.
Cuando por fin estuvo por decir algo, la puerta fue abierta repentinamente.