Con solo una palabra...

672 67 12
                                    

Me llené de valor y lentamente abrí mis ojos, topándome con la intensa mirada de Sebastian, tan cerca mío, tanto que me quema.

En aquél instante sentí un enorme alivio, no he soñado, todo esto ocurrió; lo que acababa de vivir era verídico, el me había besado.

Aquél hombre se escapó de mis pesadillas y las convirtió en sueños, ahora está frente a mi, contemplándome en silencio; yo estoy demasiado sorprendida como para pronunciar palabra alguna.

Poco a poco se acercó nuevamente a mi, clavaba su mirada en la mía.
-¿Volvería a besarme?- Pensé, pero esta vez no buscaba atacar mis labios, sigiloso acercaba sus manos hacia mis hombros y las colocaba con cuidado, como si yo fuese su bien más preciado, bruscamente me capturó entre sus brazos y me acercó hacia su pecho, como si no quisiera dejarme ir jamás, su corazón latía rápidamente, buscando salir de aquella cavidad.

En este momento mis cinco sentidos reaccionaron, todos estaban saturados por Sebastian, su agitada respiración, su aroma a eucalipto que hipnotizaba, sus bellos ojos fundidos con los míos, su dulce sabor que aún permanecía en mis labios; iba a enloquecer si no lo probaba nuevamente.

Con algo de timidez, me coloqué de puntillas y rodee su cuello con mis brazos, incliné mi cabeza hacia la derecha para luego cerrar mis ojos y fundirnos nuevamente en un beso.

-S...Sebastian - Dije algo jadeante,  mientras acariciaba su mejilla con delicadeza.

-Joven ama- Respondió él con una sonrisa de lado y su ceja arqueada, aún algo sorprendido por lo que había hecho segundos antes.

-L...lo siento, Sebastian, he sido demasiado impulsiva- Me solté de su agarre, dándole la espalda para que no observase mi sonrojo, y entrelazando mis manos la una con la otra para que así no note que temblaba.

Tenía miedo de que se burlase de mi, tal vez mi inexperiencia o mi timidez le parezcan penosas, posiblemente no disfrutó tal acto tanto como yo. ¿Y si su corazón no vibraba tanto como el mío al sentirlo a mi lado?

O aún más importante, ¿Realmente me gusta este hombre o es solo un capricho? 

Estaba tan sumida en mis pensamientos que Sebastian colocó sus manos sobre mis hombros, su cálido tacto me hizo volver a la realidad.

-Joven ama, no podemos permitir que la comida se desperdicie.- Dijo totalmente calmado, como si nada hubiese ocurrido.

S... Si, Sebastian, tienes toda la razón- Asentí con la cabeza y me senté nuevamente sobre la cama, mientras la enguantada mano de aquél demonio me alimentaba, cada bocado era más delicioso que el otro.

Al darme cuenta, había terminado el plato, aquél sabor que degusté hace muy poco; se había acabado.

-Ojo Sama, permítame vestirla- Dijo con su bella voz mientras se acercaba hacia mi con un vestido rojo carmín, la tela era tan suave y el encaje tan fino y delicado, me sorprendía estar utilizando unas ropas tan bellas y sofisticadas, las costuras eran perfectas y se acoplaban a la perfección con mi figura; como hecho a medida.

-Sebastian, si me permites preguntar; quisiera saber... ¿Dónde consiguió un vestido tan acorde a mi gusto?- Pregunté mientras giraba sobre mi misma, observándome frente al espejo, mostrándole mi espalda, ahora libre de cicatrices al cristal en la pared-

Después de reír, cubriendo sus labios como era de costumbre, respondió:

-Marianne, yo mismo lo confeccioné, haciéndolo a su medida, de tal forma que cada centímetro de tela le quede como un guante- En un tono seductor, tomó mi cintura y acercó su cuerpo hacia el mío, ambos nos reflejamos en aquél cristal, nuevamente caigo por sus ojos carmesí, me pierdo en ellos y no encuentro la salida... Un momento, ¡¿Me llamó Marianne?!

Al escucharlo decir mi nombre, sin aperitivos ni palabras extra, con aquella voz que hace a mis piernas temblar, no pude evitarlo, esbocé una tímida sonrisa, quería oírlo nuevamente.

-Dilo de nuevo, Sebastian- Mi rostro cambió, demostraba una expresión seria y en mis ojos no se veía brillo alguno.

-¿Decír qué, mi ama?- Aquél demonio sonreía de lado, casi burlándose de mi pedido.

-Te ordeno que digas mi nombre nuevamente- Respondí mirándolo de reojo para luego desviar mi mirada hacia la pared, sus ojos me quemaban y su olor hacía que me derrita.

-Marianne- Me tomó de la cintura con ambas manos y alzó mi delgado cuerpo sobre el suelo, dándome vueltas delicadamente mientras esbozaba una gran sonrisa. Nunca antes lo vi sonreír de esa manera.

Este hombre... Este demonio está volviendo mi vida un cuento de hadas, con solo una palabra puede cambiar mi humor de una manera tan drástica que me asusta, gracias a él vivo en el cielo y en el infierno a la vez.

Toqué nuevamente el piso con mis pies descalzos y caminé hasta mi cama, me senté procurando no estropear el vestido, parpadeé para refrescar mis ojos, y al abrirlos me topé con la silueta de mi mayordomo sosteniendo un par de zapatillas doradas, al igual que mis ropas, me quedaban a la perfección, pero... ¿Para qué necesitaba zapatillas ahora?

Me estaba cuestionando nuevamente hasta que los labios de Sebastian empezaron a moverse:

-Joven ama, la llevaré a caminar.- Dijo sin darme opciones a responder.

-¿A dónde me llevarás, Sebastian?- Respondí poco sorprendida por su actitud.

-Lo sabrá cuando lleguemos allí madame- Tomó mi barbilla y la levantó ligeramente entre sus dedos.

¿Qué estás planeando ahora?...

—————————————————————————————————————————————————————
Holiii ^3^ ¿Qué tal están?
Sé que me he ausentado un poco últimamente, pero estoy por terminar el año escolar y... Saben lo que todo eso implica u.u pruebas, exposiciones, exámenes finales.
TTwTT Me explotan en el instituto, pero todo está bien :3 dentro de dos semanas seré libre \*^*/
Espero y hayan disfrutado leyendo este capítulo como yo disfruté escribiéndolo n.n os quiero muchísimo, gracias por todo el apoyo que me han brindado <3
Nos leemos luego! :3

Kuroshitsuji: La historia antes de lo conocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora