Hunt me / minwon

18 Wonwoo

Por la noche corrí al bosque. Lo esperé en el mismo lugar, nuestro lugar; ni siquiera estaba seguro de qué era lo que me había empujado a ir allí.

Me sentí como cuando de pequeño lo esperaba ahí en las noches y él llegaba a echarse en mis pies con su hocico caliente y sus patas ásperas.

Entre la maleza salió un lobo. Y era él.

Me congelé por un momento, porque yo realmente creí que nunca regresaría aquí a esperarlo.

Se transformó antes de llegar a dónde yo estaba.

—Hola —dijo.

Su voz había cambiado, era más gruesa y más baja. También se veía mucho más alto.

—Hola —dije.

Medio sonrió. Uno de sus caninos asomó, y era tan filoso que me pregunté cuánto tiempo tardaría en rasgarme la piel.

—Uh, te traje algo —dijo de nuevo. Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una roca que después me extendió—. Es un regalo, por tu cumpleaños. Tus cumpleaños —corrigió —. Han pasado muchos.

Tomé la roca con duda.

—Gracias —respondí más como pregunta que como afirmación.

—Es de mi territorio, mi nuevo territorio. Queda algo lejos, tienes que cruzar todo el bosque y... no importa. Lo siento. No quería irme. Seungcheol dijo que teníamos que obedecer a la manada más poderosa y que no podíamos quedarnos aquí —dijo atropellando sus palabras—. Dijo que yo no podía quédame aquí sin manada. Perdón.

—Está bien. No estoy enfadado —admití la verdad—. Al principio si lo estuve, pero más que nada me sentía triste. Mingyu, ¿te vas a volver a ir?

Él negó tan rápido que casi no pude notarlo.

—Es decir, ya no puedo estar aquí pero puedo volver cada tanto, cuando nadie me vea, y así...

—Quédate —lo corté tan rápido que me asombré.

Sus ojos se agrandaron y destellaron a la par de la luna.

—Ah —dijo riendo—. En verdad no puedo hacer eso, tengo que estar con mi manada, tenemos un lazo.

—Puedo ser tu manada.

Fue algo estúpido y compulsivo, y algo que no pude detener antes de que saliera de mi boca. Me ruboricé y mi pecho retumbó, y no estuve seguro de por qué. Mingyu iba a decir que no de cualquier modo; no podía quedarse aquí.

Pero él solo sonrió.