Prólogo

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Las Tres Curvas

La limusina paró al frente de un gran edificio blanco como la nieve, rodeado de altas rejas que parecían de prisión. León, su chofer se bajó del asiento del conductor para abrirle la puerta a Sam. Ella como siempre salió orgullosa con su bella sonrisa, León le dio sus valijas y le dijo:

―Mi pequeña adinerada y caprichosa, vendré a buscarte en tu semana libre por el feriado dentro de un mes, esta es una escuela estricta y aprenderás a comportarte ―río, no podía imaginar a su 'nenita', como él le decía, asistir a un lugar tan refinado y lleno de reglas.

―Tranquilo Leo, tu nenita no cambiará, más bien yo cambiaré algunas normas de aquí ―contestó Sam guiñándole un ojo, León le dio un fuerte abrazo ―ahora vete Leo, sabes que no me gustan las despedidas.

Él asintió y se subió a la limusina, con pena de dejarla en un lugar tan lejos de casa.

Una vez que la limusina se fue, a muchos estudiantes les entró la curiosidad de saber quien era esa chica nueva tan adinerada. Entonces fue cuando a lo lejos se podían divisar tres hermosas curvas que provenían de la misma chica rubia de ojos azules, con una tez neutra y facciones casi perfectas, traía ropa muy corta que hacía que las demás chicas la criticaran y que los chicos le quisiesen hablar:

Ahí, en la misma gran entrada del internado estaban una vez más reunidos cuatro amigos para empezar el semestre. Ellos eran; Ken, Luka, Tony y Roy que al igual que los otros estudiantes observaban quienes eran los nuevos.

―Miren a ese bombón ―comentó Ken mordiéndose el labio inferior.

―Definitivamente iré a hablarle ―se adelantó Tony. Los otros tres quedaron boquiabiertos y le desearon la peor de las suertes ya que todos querían ligar con ese ángel caído del cielo, que había aterrizado frente a sus ojos.

Sam seguía parada en la entrada esperando que alguien la viniese a ayudar con sus valijas como en los hoteles. Tenía una cartera enorme colgando de su hombro derecho y tres valijas en el suelo.

Tony llegó relajado y con confianza, o como normalmente es. Extendió su mano hacia Sam, esta se la miró sin respuesta alguna, sus amigos comenzaron a reír al ver como se negaba a estrecharle la mano.

Él seguía sonriendo como un idiota, mostrando (al igual que ella) sus mejores facciones: sus músculos de deportista.

―¿Te conozco? ―preguntó Sam. Tony se encogió de hombros.

―Mi nombre es Tony Coleman y veo que necesitas ayuda ―dijo retirando su mano demostrando que aún tenía orgullo. Sam se le quedó mirando hasta que sus labios formaron una sonrisa maliciosa.

―Toma, tengo brazos débiles ―dijo entregándole sus tres valijas ―Ah y déjalas afuera de la oficina de la rectora, luego te llamo y las llevas a mi habitación ¿vale?

Después de haber dicho aquello Sam saco un lápiz labial de su bolso y marco su número telefónico ahí para luego dispersarse entre la gente.

—Mándame un mensaje muñeco —agregó. Era la reina de la manipulación.

Sus amigos llegaron por atrás riéndose de la escena.

―¿Cómo te fue? ―se burló Ken.

―Es una chica difícil, una perra, pero me encanta y al menos me dio su número telefónico ―contestó Tony.

―¡Te lo dio para contratarte de botones! ―exclamó Roy.

―A ver si les va tan bien a ustedes ―los retó Tony.

―Bien, hagamos una apuesta ―comentó Luka, siempre el más competidor ―El que la bese primero se la queda, pero el beso debe ser de amor.

―Vale ―dijeron los otros tres. Chocaron puños para cerrar el trato.

―Ahora discúlpenme ―se excusó Tony ―pero mi futura novia espera que le lleve sus valijas.

―No creas que vas a tomar ventaja ¡Voy contigo!―dijo Luka. Los otros dijeron lo mismo y así partieron todos por el beso de la chica nueva.

N/A: Esta historia la publicaré al término de la edición de Treinta Bombones, ya que lleva mucho tiempo esperando ser publicada.

PREGUNTA: ¿Cómo se imaginan a Sam? Yo me la imagino como Emilia Attias o Avril Lavigne, y ustedes?

Bésala y ganaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora