Doce

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Lágrimas de una castaña

Sam se encontraba desempolvando los libros de la biblioteca, una tarea sumamente aburrida. De hecho, era tanto el ocio que incluso comenzó a ordenar los libros por orden alfabético en las estanterías que pertenecían.

Escuchó pasos acercarse, sintiendo al fin algo de emoción, necesitaba interacción humana. Para su sorpresa era Ken, quien no le agradaba, pero en aquella situación de la vida se sintió igual de feliz de verlo.

—No sabes cuánto necesito que digas algo —dijo ella desesperada.

—¿Algo? —respondió confuso el rubio.

—Funciona para mi —dijo dudosa— ¿Qué te trae por aquí? Porque estoy segura que jamás en tu vida has tocado un puto libro.

—Y esa es la Sam que conozco, la que se le quedó el filtro en su habitación —respondió.

—Oh no querido, lo quemé hace años.

—En fin, quería hablar contigo seriamente. Ya sabes, sin bromas —dijo rascándose la nuca— la cosa es que quiero ser tu amigo.

Sam comenzó a reírse fuertemente, tanto que su estómago le dolía. Terminó sin aire, apoyada en los estantes de la biblioteca.

—¿Por qué la rehabilitación? —preguntó ella con una sonrisa burlona.

—Digamos que quiero acercarme a la amiga de mi novia —contestó.

—Ex-novia.

La chica dudó un segundo de su credibilidad, si ya no confiaba en él menos en ese instante. Cruzó sus brazos y miró la cara del rubio reflexionando seriamente en lo que había dicho.

—Debes dejar la apuesta —ordenó la rubia— solo de esa manera podría confiar en ti.

Ken lo pensó, por una parte quería recuperar a su chica, pero al mismo tiempo no podía ser el primero en irse de la apuesta. Su reputación como el "mejor conquistador" se desvanecería.

—Esta bien —mintió.

—No tan rápido campeón, tienes que tener una prueba de lo que dices es verdad —dijo acercándose— se lo dirás a los cuatro en frente de mi, ¿entendido?

Él asintió intimidado por Sam, aún así comenzó a pensar en que haría para que los chicos no se lo creyeran.

—Digámosles en este mismo instante —sugirió Ken.

—Me parece —contestó— ayúdame con lo que queda y vamos a decirles. Y ni se te ocurra hablarles antes.

[...]

La rubia volvió a su habitación agotada, la verdad es que su castigo ya la tenía harta. Cerró la puerta junto a un suspiro y se lanzó encima del sillón con los brazos colgando.

Se quedó profundamente dormida, pero despertó con la baba en la mejilla cuando escuchó a su compañera llegar. Venía de la práctica de animadoras, ya que lo primero que hizo fue servirse un vaso de agua.

—Hola Barbie —saludó ella todavía con la cara hundida en el almohadón.

—Ah... em hola —respondió incómoda. Seguía celosa por el hecho de que su novio la hubiese preferido sobre ella, y todo por una apuesta.

No le quiso dirigir la mirada y caminó hacia su habitación lentamente. Agarró el bolso que botó al entrar, mientras luchaba por no hablarle.

—¿Estas bien? —preguntó Sam levantándose. Sólo recibió por respuesta un portazo en su cara.

La chica no quiso invadir su espacio, pero no lograba entender porque la evitaba constantemente. En el fondo, igual extrañaba su alegre e irritable voz al contarle su día.

—Barbie... no se por qué estas molesta conmigo —dijo a través de la puerta— pero, no he hecho nada. Te lo juro. Si alguien te hizo algo, yo...

No escuchaba ningún tipo de respuesta, lo cual la entristeció. Molesta le pegó a la muralla y se cruzó de brazos pensando en qué pudo haber pasado.

Al estar enojada no era la persona más racional, así que abrió la puerta de golpe encontrándose con la chica mirando sus redes sociales.

—¿Me vas a explicar qué carajo te pasa? —preguntó Sam.

—Nada —musitó con el pecho adolorido. Su cara se empezaba a tornar roja y mordía su labio para evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos castaños.

—¡Barbie! —exclamó. Aquello logró que la chica se rompiera en mil pedazos, Sam preocupada se acercó y logró que se dejara abrazar.

—Es que Ken y yo... —tartamudeó a moco tendido.

—Lo sé, te afecta que terminarán.

—No es solo eso —agregó limpiándose las lágrimas con la manga del uniforme— es la razón... o sea tú.

—Barbie yo no he hecho nada con él, lo sabes, sería incapaz de tocarlo siquiera —contestó acariciando su nuca.

—¡Te eligió a ti! Ese es el problema —confesó sintiéndose de pronto libre— no quiere abandonar la apuesta, prefiere besarte que estar conmigo.

Comenzó a llorar nuevamente, mientras Sam analizaba lo que acababa de salir de su boca. Aun que segundos después recordó el trato que había hecho con Ken.

Tenía muchas ganas de decirle que el rubio la había buscado para recuperarla y asimismo abandonado la apuesta de una vez por todas.

—Estoy segura que te quiere —dijo Sam dándole un beso en la frente— y espero que no sigas molesta conmigo por las cosas que haga ese tonto.

Ambas se abrazaron y la castaña asintió sonándose fuertemente con un pañuelo.

—Perdón, no sé porque me molesté contigo. Creo que eran más celos que otra cosa...

—Esta bien, tranquila —dijo la rubia con una sonrisa amistosa.

Por un momento se le volvió a ocurrir la idea de decirle su plan con Ken, pero no quería ilusionarla cuando no confiaba un cien por ciento en él.

—Oye —dijo Barbie— ¿Te gustaría ir a una fiesta fuera del internado con otras chicas?

—Suena divertido, ¿Con quién más iremos?

—Otras dos chicas, son muy agradables.

—Bien, como digas.

N/A: al fin actualicé jeje, lo siento pero no sabía como escribir este cap ajjaaj

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⏰ Última actualización: May 19, 2018 ⏰

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