Cinco

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Netflix & Chill

La mañana siguiente se dice que se escuchó un grito extremadamente fuerte desde el edificio de los chicos al ver la obra de arte de Sam. Toda la ropa interior estaba hundida en la piscina, una escena verdaderamente gloriosa.

Aquella mañana de día Viernes, no pudo haber sido mejor. Al encontrarse en el comedor, todos hablaban de lo sucedido mientras tomaban desayuno.

—Es muy tarde para arrepentirse, ¿no? —preguntó Barbie.

—Todavía no entiendo cómo están juntos, eres muy ciega para dejar que un chico te trate así —contestó Sam poniendo los ojos en blanco.

Ambas estaban sentadas solas en una mesa en la cual, nadie pensaba acercarse por el miedo a la rubia. De pronto se acercó una figura no tan alta, pero musculosa, de ojos y cabellos oscuros.

—Hola chicas —saludó Roy apoyándose en la mesa.

—Buen día chico número cuatro, ¿Cuál era tu nombre? Creo que eres el único de los de la fiesta de salchichas con el que no había hablado.

El moreno se quedó en silencio procesando lo que acababa de salir de los labios de Sam.

—Roy —respondió— vine a invitarlas hoy personalmente a mi fiesta de principio de año —guiñó un ojo.

—¡Suena divertido! —chilló Bárbara.

—Bien, las veo en la 314 a las diez, no olviden traer sus vicios —dijo el chico para luego irse.

[...]

Eran las ocho de la tarde, cuando ambas chicas estudiaban separadas en sus respectivas habitaciones.

—¡Sam, ayúdame! —gritó la castaña en un tono bastante agudo.

—Fue lindo el silencio mientras duró. ¿Qué quieres? ¿Se te rompió una uña, princesa? —preguntó la rubia con los brazos cruzados.

—¡No! —exclamó— es más grave. No se que ropa usar.

Apuntó a su closet lleno de prendas desordenadas, mal dobladas y colgando por doquier. Mientras, lloraba en el suelo golpeando la cama, como una niña mimada.

—Ya córtala ¿vale? No tienes siete años, solo ponte algo que te haga sentir cómoda y te sientas salvaje.

—¿Salvaje? ¿Uso algo animal-print?

Sam rodeó los ojos rendida, sacó lo primero que vio del closet y se lo lanzó en la cara a su compañera.

—Me encanta —dijo Barbie mirando las prendas.

—Felicidades, ahora déjame en paz, aún quedan dos horas y las usaré para ver una película de Quentin Tarantino.

La chica se sentó en el sofá tomando con flojera el control remoto. Encendió la televisión y puso Kill Bill, mientras comía unas galletas que se quedaron el día anterior allí en la mesa.

—¿Es en serio? —preguntó Barbie mirándola asqueada.

—Em si, nada mejor que ver una buena película. No como tus clichés con pésimos actores —contestó.

Bésala y ganaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora