capitulo 1 | Donde todo empieza.

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Era viernes por la noche cuando todo inició.

Los minutos pasaban mientras una gota constantemente caía desde la regadera hasta la tina creando un ligero chapoteo que resonaba en mi cabeza con un suave eco que invadía cada espacio de aquel pequeño cuarto, yo la observaba caer desde la esquina mientras abrazaba mis piernas reposando la barbilla sobre mis rodillas. Me esforzaba por que ese ruido fuera lo único que escuchase. A veces cerraba los ojos y en mi imaginación las voces estruendosas de los matones golpeando a mi padre tras la puerta se convierten en zumbidos., esos zumbidos son abejas que revolotean la rosa que desprende aquella constante gota que cae a un verde césped que la rodea.

Los minutos eran eternos ahí, parecían nunca querer terminar. Pero finalmente el ruido cesó y un golpe seco devuelve mi cabeza a la realidad... escuché pasos pero por mucho que lo intentaba no lograba identificar a quién pertenecen, si a aquella hermosa mujer de cabellos a los hombros y dorados cuyo aroma me envolvía cada noche antes de dormir, de aquel enorme hombre que jugaba a ser superman o a los que invadieron nuestra casa.

Hasta entonces aquella había sido una familia con un historial limpio, al menos ante mis ojos, ¿Quién diría que mientras mamá se quedaba en casa preocupandose por la cena, papá gastaba lo poco que teníamos en apuestas?

Finalmente ninguno de los dos abre la puerta así que dejando de lado el rincón de seguridad en donde mi madre encarecidamente me pidió esconderme, al estar segura de que los gritos cesaron, abrí la puerta. La vista al otro lado no fue agradable, habían cosas rotas en el suelo y otras deshorganizadas sobre la mesa que estaba totalmente desecha, los muebles esparcidos por la estancia y claras señales de qué hubo agresión por la sangre que quedó esparcida.

Busqué con la vista a mis padres esperando que ninguno se encontrara tan grabe como para preocuparse a pesar de que mi corazón latía con tanta fuerza que parecía ya no tener espacio en mi cavidad torácica, las manos me temblaban y mis ojos estaban empapados de lágrimas. Y los vi ahí sentados sobre el sofá, mi padre sentado con la cabeza entre sus manos mientras mi madre temblorosa lloraba limpiando las heridas en él.

—¿papá?—  Mi voz resuena en el silencio mientras avanzo por la estancia abrazandome a mi propio cuerpo en busca de consolación. deseaba que todo esto fuera una broma, que mi mamá apareciera con una taza de chocolate caliente y galletas para los tres mientras se sentaba sobre sus piernas y lo hiciera mirar su película favorita hasta el aburrimiento. Pero esa vez no pasó.

—¿podrías explicarme que diablos haremos ahora?— Dice mi madre mientras sus manos que aun temblaban de panico, se alejan dejando que viera detras de ella a un hombre afligido que evadia la mirada de ambas a su lado, por un lado a su esposa que a pesar de ser la persona más comprensible esperaba una explicación, de por qué cuatro hombres pusieron en peligro sus vidas. Y por el otro lado, estaba yo, una hija confundida y asustada que tuvo que esconderse para no ser vista.

—No hay nada que podamos hacer caroline...—  sin embargo el contesta mirando a la mujer de la mísma forma preocupada en la que mis ojos lo observan en ese estado tan deplorable, con moretones por todo su varonil rostro siendo adornado por pequeños hilos de sangre que salían de su boca y nariz.

- ¿pero que es lo que está pasando?- No pude contener las ganas de cuestionarlo por que nunca antes en los dieciocho años de vida que tengo, nos habíamos enfrentado a tal situación, a pesar de que me escondí como una rata. -Estamos en quiebra- responde mi madre por él.

—¿cómo que en quiebra?— Esperaba una respuesta a mi pregunta sin embargo, pero un silencio extraño se hizo presente tras la interrogante. Ambos se miraron como si les sorprendiera la pregunta o como si quisieran evitar dar la explicación. -¡alguien diga algo!- demando al no obtener respuestas.

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