Capitulo 27 | del amor al odio.

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hay un solo paso.









La tensión del momento se había vuelto la única cosa en la que pude ser capaz de percibir, por que a pesar del caso, la pelea, las balas, todo lo que mis ojos veían era el cañón del hombre a mi frente. Hombre que ahora sabía por su pasado la case de bestia que es, el mismo que le arruinó la vida a Kenny y Nadia posando con su elegante traje beige bajo la lluvia que lo empapaba, con una sonrisa victoriosa y aires de grandeza.

En sus ojos podía ver la maldad pura y como disfrutaba de lo que hacía y como lo hacía, para ese momento me sorprendía que estuviera ahí de pie siendo imperceptible para los demás, no, para Gerardo Fernández específicamente quién era el más entusiasmado con encontrarse cara a cara con su nemesis favorito. Y es que Mirar a ese hombre me provocaba tantas emociones, tanto rechazo, tantas ganas de levantarme y matarlo... pero mis deseos se quedaban siendo solo eso, ni había valor, ni fuerza.

Estaba de rodillas al lado de la persona que se suponía me cuidaría, viéndolo rendido ante la figura de la persona que prometió destruir. Si tanto lo odia ¿por qué cede?

-solo quiero hablar contigo, pero esta gente no me da más opción que atacar- aún pareciendo muy convencido de que Kenny creería sus palabras, el cañón del arma seguía apuntando al frente mientras se iba acercando al tenernos acorralados en medio de esos cuatro hombres armados.

-no tenemos nada de que hablar- sin embargo Kenny escupe las palabras de mala gana, yo tan solo podía ver como el mayor giraba sus ojos marrones contra mi tras alternar la mirada.

Seguido de señalar con el mismo cañón del arma a mi dirección.

-¿tu nueva novia?- Sonrió.

Sonrió por qué sabía el impacto que podría tener esa palabra en una mujer con la que se supone está saliendo, añadirle la palabra "nueva" solo me recordaba que antes de mi hubieron otras, otras de las que nunca se habló o mencionó por absolutamente nadie. No iba a sentirme celosa, sin embargo, he de admitir que si me molestó.

Pero ni siquiera me voltea a verme, su mirada se mantuvo firme sobre la de su imponente padre.

-no- y escupe sin más, la palabra confirma finalmente que lo que hubo murió, en ese instante quizás lo hizo con la intención de no asociarme a él al tratarse de su padre. Pero yo no lo vi de ese modo, fue más que evidente al desviar la mirada con un suspiro desganado, que aquella respuesta me mortifico.

Linward sin embargo no se la cree y como demostración asiente levantando las cejas mientras daba un paso al frente, casi de inmediato tomándome por el cabello con sus frías y grandes manos, obligándome a levantar y que empiece a quejarme

-entonces no te importa si me divierto con ella- acercó su asqueroso rostro a mi cuello mientras su profunda voz hacia chocar su aliento en mi piel, gimoteo del asco abriendo la boca para respirar.

Todo era cierto, ese hombre no tiene escrúpulos ni vergüenza, tranquilamente yo podría ser su hija por la diferencia abismal de edades entre ambos y ahí estaba, respirandome en la nuca, insinuando que haría cosas conmigo. Acción que a Kenny le activó las alarma del cuerpo, y tan pronto como fui levantada del suelo, el se levantó con rabia siendo apresado por la manos de dos de esos hombres.

-¡no la toques!-

Avanzó con tal rapidez que Linward tiró de mi cabello con fuerza hacia atrás, llevando el arma a mi mentón obligándome a jadear de dolor y nervios, fue ahí cuando lo sostuvieron (a Kenny) viéndose obligado a quedarse quieto.

-¿vez como hago que tus mentiras salgan a flote?- se burla entre risas de Kenny, una risa tan familiar que me recordó tanto a Kenny con sus burlas y bromas. Ahora veía el parecido, sin dudas el chico tiene bastante de ese ser despreciable. -si no quieres que la toque vendrás conmigo en silencio- amenazó al menor el cual sin decir nada solo respiraba mostrando rabia, su nariz se ensanchaba mientras respiraba agitado.

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