Una Charla Con Annete.

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Las clases pasaron normalmente, todo pasó como debió pasar, al parecer nadie había visto que él me besara, a excepción de Karen. No volví a ver a Kim en todo el día, ni siquiera en la salida. A penas se hizo escuchar el timbre de salida, me fui enojado al café, por mi tasa diaria de café negro, tenía tantas cosas que reclamarle, ¿Por qué me besó cuando le dije que no lo hiciera?, Joder, odié eso, en verdad lo odié, no dejaba de pensar en que hubiese pasado si todos nos hubiesen visto. Será estúpido.
Pero, no lo encontré en el café, no estaba ahí, el muy maldito. Pedí mi tasa de café, y me fui a sentar en la barra, hace tiempo que no hablaba con Annete, la chica de la caja.
- ¿Lo de siempre? Diego. - Preguntó con amabilidad, como solía hacerlo.
- Sí, por favor.
- ¿Estás bien?, te veo algo preocupado, o distraído. - Tomó una tasa, y se dirigió a la cafetera, sirvió el humeante café en la tasa.
- Sí, eso creo. - Ni siquiera yo me lo creía.
Me dejó la tasa de café frente a mi, sobre un pequeño plato.
- ¿Eso crees? - Quiso saber.
- Oye Annete, cambiando de tema, escuché que tienes novio. - Sonreí como me fue posible.
- Eso, - Río un poco - es una historia muy graciosa ¿Sabes?.
- ¿Ah sí?, vamos, cuentamela. - Annete es una gran amiga, la conocí en ese café precisamente y desde hace dos años, ella es mi razón para llegar a este café.
- Verás, hace unos días un sujeto entró, y buscaba a alguien que le había escupido malteada en el traje, ¿sabes algo de eso? - Preguntó con tono sarcástico.
- Yo. . . No. . .- No podía mentirle a Annete, jamás lo hacía. - Estaba muy dulce, y el sabor. . . Bueno. . . Tú sabes, ¿qué tiene que ver el sujeto con tú novio?
- Pues ese sujeto que venía a partirte la cara quedó atónito por mi belleza, y me pidió una cita. - En verdad Annete es una chica muy linda y guapa, estatura promedio, pelo largo y negro, ojos cafés oscuro, lentes, y el uniforme que usaba del café, le quedaba perfecto.
- ¿Le has contado de tú hija? - Pregunté intrigado.
- Él. . . Ya conoce a mi hija, dehecho, se llevan muy bien, suele comprarle dulces muy seguido, si no conociera a Berenice tan bien, pensaria que lo chantajea. - Su cara irradiaba felicidad, su sonrisa, toda ella era feliz.
- ¿No te preocupa?.
- ¿Él qué? - Quiso saber.
- Berenice come muchos dulces, y muy seguido, desde que la conocí, dehecho, ¿no te preocupa que le de Diabetes?.
- Vaya, ahora que lo piensas, tendré que llevarla al doctor. . .
Ambos tuvimos un momento de silencio. Aquel chico entró. Al fin podía reprocharle todos y cada uno de los problemas que me había causado.

Dulce & Amargo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora