Dulce amor de Madre.

237 24 7
                                    

¿Y pensó que me la había creído?.
- Cómo seá, tengo que ir a casa. - Me levanté repentinamente sin dejar que dijese algo más, y evitando topar mis ojos con su mirada. Annete estaba colocando un cartel, algo sobre una noche de música resaltaba en él, no le di importancia, y solo me fui. De alguna manera presentía que no sería el mejor día de todos, casi nunca lo era, solo cuándo el y yo estabamos juntos parecía serlo.
Apenas llegue a casa, noté que el auto de mi madre estaba estacionado, llegó temprano, eso no era bueno. Entré a casa, esperando que mi madre estuviera dormida, o algo, a veces podía ser muy amable, o ponerse muy agresiva. Pero no, estaba en la barra de la cocina, frente de ella, un plato de cereal, ella sólo movía la cuchara que estaba en el plato, sin ganas.
- ¡Ya llegué! - Susurré esperando que no me escuchara, pero apenas lo dije, ella levantó la vista, se puso en pié y se acercó plantandose frente a mi.
- ¿Sabes qué horas son estas de llegar, jovencito?. - Su voz, no parecía tener la intención de regañarme.
- Son las Seis y tres cuartos, ¿pasa algo malo? - Noté de un momento a otro que sus ojos se empezaron a cristalizar.
- Es que, ¡Haz llegado tarde!, y me he preocupado mucho por ti, ¡Yo. . . Yo. . . Yo te amo hijo!. - Se lanzó sobre mi y me abrazó con fuerza. ¿Por qué?. - Una amiga mía escuchó en las noticias que un chico de tu edad, y con tus características había sido arrollado, y murió en el hospital, me asusté tanto al pensar que podías haber sido tú. . . - Me abrazó aún con más fuerza, y yo correspondí a su abrazo. - Te compraré un celular. . .
- Serás tonta. . .- Susurré. - Madre, puedo cuidarme solo. . . - Sentí como casi empezaba a estrujarme.
- Eso lo sé muy bien. . .- Escuché tras mi oreja, un sollozo. - Pero eso no quita que me preocupe por ti
- Madre, estaré bien, solo haz pasado un mal rato. . . ya estarás bien. . . - Dejó de apretujarme, y secó lad lágrimas de sus ojos, aún cuando lloraba se veía linda, vaya suerte que tuvo mi padre al encontrarla.
- Diego, hazme un favor.
- ¿Qué necesitas?
- Compra un celular para estar más tranquila, por favor. - Sonrió.
- Claro, lo haré. - Me dispuse a subir a mi cuarto, mientras mi madre regresaba a la cocina.
Un celular, quizá eso me cambié un poco la vida.

Dulce & Amargo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora