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Aradia se siente sumamente nerviosa a pesar de agarrar con fuerza la mano de Nana. No entiende su propia mente, y aunque trata de analizarse, queda aún más perdida.
Para la albina, Makima siempre ha sido alguien respetable y a quien admirar, le ha agradado su presencia incluso a pesar del trato que recibió nada más se conocieron. Pero esto ha cambiado de forma paulatina, Evolucionado hasta tal punto que, ahora no puede ni mirar sus bellos ojos miel.
Siente pavor, Una terror extraño que escala su columna vertebral hasta estallar en el propio cerebro, causando hecatombes que derivan en temoe.
—Gracias por la información Nana —interrumpe la mayor los pensamientos de Aradia con esa frase. Ambas han ido a informar a Makima sobre el aumento en la ceguera de la chica demonio—. Trataré de averiguar el porque se ha debido, pero esperemos que no vuelva a suceder. Los ojos de Aradia son demasiado preciosos para que queden ciegos, ¿no es así?
La recién mencionada suelta el aire de forma estruendosa debido a la sorpresa que su corazón se ha llevado. Observa con fijación a la mayor, sus ojos están clavados en ella, analizando sus movimientos, esperando por una respuesta. Mas el nerviosismo la impide formular palabra alguna, un simple titubeo y una sonrisa temblorosa.
