P1. C3. Escena 4.

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Habían pasado unos quince minutos desde que la reunión había cesado, pero no fue así con la actividad en la finca Theos.

La servidumbre trabajaba ensimismada. Habían lavado varias prendas, aunque había una que resaltaba por sobre las demás, y era una boina militar de color blanco.

Aquella boina tiene cosidas unas especies de puntos, ordenados pulcramente. Los puntos son de color blanco, gris y rosado.

Esos colores representan perfectamente a las familias que han accedido al cargo de Divino General. El blanco representa al linaje Theos Prima, el gris al linaje Rite, y el rosa al Svet. Sin embargo, la simbología de los Svet ha ido variando bastante a lo largo de los años.

El fundador de aquel linaje, Musa Svet, tenía el pelo de color dorado, y era común asociar al linaje con ese color.

Ziz Svet, otra figura prominente del linaje, tenía su cabello de color rosado. Un color bastante atípico, por no decir antinatural, pero así era la apariencia de Ziz.

Behemo Svet, uno de los herederos al cargo de Divino General, posee el pelo blanco y ojos rosados, al igual que su padre, Zdravko Svet.

Pero, el color rosado quedó arraigado como el color representativo de los estoicos y disciplinados Svet.

Estaba revoloteando en el salón principal, pero me dirigí hacia el salón de reuniones, estaba más que interesado en la charla que mantienen estos cuatro personajes.

Quedé asombrado, debido a que Bertram, que se supone que estaba durmiendo, está escuchando la conversación, mientras está sentado en el piso junto a la puerta. La puerta está cerrada, así que las personas dentro no pueden saber que él está ahí.

Su cara está pálida, aunque desconozco el motivo, así que me escurrí a través de la cerradura.

Ahí estaban Qiliud, Agovelt, Brizz, y Neenper. Por las expresiones de sus rostros, puedo deducir que la charla que están manteniendo no es para nada amistosa.

—Realmente no puedo creerlo... ¿Cómo se les ocurre aceptar algo tan estúpido? ¿Saben la situación en la que se acaban de meter? —Neenper refunfuñaba.

—Por supuesto que lo sabemos, Neenper. Sin embargo, fue rotundamente beneficioso para nuestra gente, ¿o es que acaso no te has dado cuenta? —Dijo Qiliud con una sonrisa soberbia.

—Me da exactamente igual. Cometieron un acto grave... ¿Qué pasaría si Moros se entera? Se sentirá traicionado, claro está, y se iría a la tumba plagado de sentimientos negativos.

—¿Cómo es que te enteraste? Lo habíamos mantenido bastante oculto—Decía Agovelt desanimado.

—Brun me lo dijo, a él también se lo ofrecieron, pero rechazó. Afortunadamente, ese idiota tiene algo de racionalidad.

—¿Mantienes contacto con Brun? —Exclamó Agovelt sorprendido.

—Sí, mucho más del que me gustaría.

Qiliud miraba fijamente a Neenper, con una pequeña sonrisa.

—Más bien, yo diría que carece de racionalidad, Neenper. Ya ha hecho cosas "malas" o "prohibidas", sin embargo, no ha aceptado la que realmente valía la pena.

—Puede haber hecho cosas algo turbias, pero siempre en un margen éticamente aceptable. Lo que ustedes hicieron es terrible, cooperaron con la Nación de la Oscuridad, nuestros enemigos durante siglos. De hecho, para agravar el asunto, estamos en guerra con ellos, y los estás ayudando.

—Estás omitiendo información para hacerte la justiciera, Neenper. Nosotros recibimos un generoso y jugoso botín a cambio de lo que mencionas. Y, como todo buen Jefe de Distrito, lo hemos destinado a obras caritativas y de beneficio público.

Todo se trata de balance - Acto 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora