Primera Digresión

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Relatos de Cindi Weyb: "El Creador"

El vacío era lo único que existía antes de todo. De algún modo, El Creador llegaría a nacer.

Sin sentimientos, sin personalidad, sin aspiraciones. Este extraño ser no hallaba que hacer.

Omnipotencia era una de sus cualidades. Todo lo podía, pero nada quería.

El tiempo pasaba, y la "nada" seguía siendo lo primordial.

Un día, la nada desapareció. La infinita oscuridad se esfumó. El Creador finalmente se decidió.

El Creador tenía ansias de crear.

Múltiples galaxias surgieron, cada una más impresionante que la anterior.

Luego, El Creador se sumergió en un letargo extenso.

Eones transcurrían, más nada ocurría.

El Creador nuevamente despertaría, para dotar a sus creaciones de vida.

Los primeros seres aparecerían.

Nuevamente, El Creador se sumergió en su extenso descanso.

Sus creaciones eran interesantes. Sin embargo, a él no les interesaba.

Nuevamente despertó. Esta vez creó a un ser similar a él, al Vigilante.

Sin sentimientos, sin personalidad, sin aspiraciones. Este nuevo ser no hallaba que hacer.

—Mi función es crear, más no observar. Tú, Vigilante, debes de vigilar a mis creaciones.

Tras la orden, El Creador se sumergió en su letargo.

Leal a su creador, El Vigilante comenzó a observar a las creaciones de su padre.

Al principio eran seres simples, que tan solo luchaban por sobrevivir.

No obstante, aquella lucha comenzó a adaptarse y a transformarse.

Antes de que se dieran cuenta, sus creaciones eran pensantes.

Habiendo adquirido voluntad, las creaciones comenzaron a desviarse del camino.

Mentira, herida, pecado, venganza, y finalmente... Maldad.

Una debacle de negatividad había comenzado. Acciones que nunca antes habían sido observadas ni reguladas.

El Creador nuevamente despertó. Esta vez creó a un ser similar al Vigilante, al Árbitro.

—La función de mi creación es la de vigilar, más no juzgar. Tú, Árbitro, deberás penalizar a aquel que cometa el "mal".

La vida era breve.

Bajo ese hecho, El Creador decidió que sus creaciones serían juzgadas cuando fallecieran.

Lo que antes tan solo se desvanecía, ahora era enviado al "Campo Inmortal".

El "Campo Inmortal" era el lugar donde los seres eran juzgados.

El Creador creó el paraíso, un lugar donde los más puros serían premiados.

El Creador creó el purgatorio, un lugar de reflexión para las personas que no han sido puras, y tampoco malvadas.

El Creador creó el infierno, un lugar donde los más malvados serían castigados.

Tras estos hechos, El Creador se sumergió en su letargo.

Leal a su creador, El Árbitro comenzó a juzgar a las creaciones de su padre.

El rígido y frío Árbitro enviaba a las creaciones de su padre donde correspondía.

A la buena persona al paraíso.

A la mala persona al infierno.

Pero... ¿Quién debía ser enviado al purgatorio?

Seres no tan malos, y seres no tan buenos. Un lugar intermedio.

A medida que el tiempo transcurría, El Árbitro más sufría.

El flexible y sensible Árbitro se confundía.

—¿Qué es exactamente el mal? ¿Qué es el pecado? ¿Quiénes merecen ir al paraíso, o al purgatorio?

Las dudas no fueron resueltas. El Creador no despertó.

Weyb. C. (2270). Escritos de la familia Weyb. Editorial Vehovec.

Todo se trata de balance - Acto 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora