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《It is silent

Regresé al lugar donde Jay había estado vigilándome en el momento que yo me encontraba intentando llegar al vestíbulo. Subí las escaleras con bastante dificultad ya que la tos debilitaba en gran manera mi cuerpo, y estaba a punto de sufrir una recaída.

Arrastré mi cuerpo hasta llegar al último piso y eché un vistazo en una de las aulas, donde me derrumbé a causa de la tos imparable; ya estaba escupiendo sangre para cuando me di cuenta.

Seguí el trayecto hacia el pasillo, ayudándome de las paredes para moverme con facilidad.

—¿Jay? —le pregunté a la silueta del otro lado. Corrí hasta él como pude, repitiendo su nombre con la esperanza de que fuera realmente mi amigo.

La persona que se me acercó no era Jay, lo pude ver mejor cuando estaba a unos pasos de mí. Yo estaba en el piso de nuevo cuando el hijo de puta encapuchado agitó mi frasco de pastillas frente a mi cara como si fuera un vil perro.

Me abalancé a las pastillas, pero no logré ni siquiera rozar el bote que las contenía, el hombre me lanzó la máscara que antes había usado cuando no era realmente yo; la rechacé de inmediato, no volvería a eso.

Al alzar la vista el humanoide estaba detrás del sujeto con hoodie, tomé fuerzas y escapé a toda prisa. Corrí para dirigirme a las escaleras, pero estando a unos metros de repente la locación cambió por completo. Había sido ¿transportado? hasta el hospital donde viví de joven.

Estaba confundido, desorientado; y que al girar volviera a cambiar de escena no hacía más que empeorar las cosas. Ahora me encontraba en un lugar bañado de una neblina negra por completo, que sólo era iluminado por sólo un faro de luz.

Nada estaba bien y mi mente comenzaba a disipar la poca coherencia que me restaba, por lo que sólo corrí. Corrí sin importarme el cambio de escenario y de iluminación, preferí concentrar mi energía en perseguir al encapuchado para quitarle mis medicamentos.

Lo perseguí durante un buen tramo y por un instante conseguí atraparlo, pero los sucesos son tan difusos que es difícil saber cómo había pasado de luchar con él a estar en la habitación quemada del hospital.

—¿Por qué me has traído aquí? —grité en repetidas ocasiones hasta que sólo pude soltar un gemido desesperado.

Todo aquello se repetía en un bucle que me estaba volviendo loco; sin embargo, no iba a rendirme, no ahora que todo parecía estar a nada de terminar.

En un punto de la persecución llegué a mi casa, o quizá una copia de ella, era imposible saber. Me incorporé sólo para observar el espejo frente a mí que tenía escrito «TU CULPA» múltiples veces, y luego volví a caer al piso, dándome cuenta de las notas que habíamos visto antes, regadas por el piso.

Estaba tan aturdido que apenas si me di cuenta de que el cuerpo de Jay descansaba encima de todas esas notas, estaba en el lugar que yo lo había dejado cuando lo había atado. Abrí los ojos de par en par cuando fui capaz de ver la sangre que salía desde su estómago y manchaba el papel debajo de él; lo llamé varias veces, era inútil, estaba muerto.

Las lágrimas mancharon mis mejillas poco después, me sentía impotente por haber dejado que esto sucediera. Aun así, mi dolor no pudo durar mucho ya que al girar la cabeza el tipo de amarillo estaba ahí.

Me levanté sin pensarlo y corrí hasta él, con una amenaza real y tangible en mis venas. Lo mataría por haber creado esta trampa y por jugar con la vida de la gente como si no valieran nada. Todo ese enojo por mí mismo se había transferido a los verdaderos culpables: el sujeto disfrazado y Alex.

Keep Myself Alive | [°TicciMask°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora