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ESTOY AQUÍ...

Oír la voz de Izuku después de tanto tiempo, fue un golpe crítico para su corazón

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Oír la voz de Izuku después de tanto tiempo, fue un golpe crítico para su corazón. No le importó que fuera un simple sonido, eso era más que suficiente.

Las lágrimas traidoras decidieron salir y hacer de su rostro un lío, con las palabras negándose a salir por más que insistiera.

Resignado, suprimió lo mejor que pudo sus lágrimas y caminó a pasos lentos y cautelosos donde Izuku se encontraba sentado.

Tenerlo más cerca solo empeoró su situación, porque ahora veía a más detalle el rostro del pecoso.

Se veía más delgado, demacrado, con profundas ojeras violáceas, mejillas pálidas y labios algo secos y agrietados por el frío.

— Oh Dios... — susurró, tragando saliva de manera dificultosa. — Creí que estabas mejor, se supone que estabas mejor — volvió a susurrar, cayendo de rodillas porque sus piernas no daban para más.

Ver a Izuku le afectó más de lo que alguna vez pudo imaginar.

Las palabras de nuevo se negaban a salir, las lágrimas caían con más calma y su respiración era entrecortada.

— Habla conmigo, dime cualquier cosa... No importa que sea una idiotez, solo dime algo...

Sus labios temblaron de manera involuntaria, con sus manos subiendo y tomando las de Izuku, un toque que esperaba ser rechazado.

Izuku no dijo nada, ni una palabra. Solo lo veía fijamente, con sus manos sintiendo el calor que desprendían las del contrario.

Extraño... — pensó.

Aquel calor era extraño e inquietante, no le gustaba del todo. Con cuidado apartó sus manos y desvío la mirada, volviendo a ver el atardecer que pronto iba a desaparecer.

Katsuki no dijo nada ante aquello, solo se mantuvo ahí, arrodillado frente a Izuku mientras pensaba que hacer.

La situación era más complicada de lo que imagino.

Y nadie le dijo nada, nadie.

— La tía Inko está triste porque no puede verte... Los demás tratan de continuar con sus vidas y yo... Yo estoy estancando.

Izuku no responde ni le dirige la mirada, sus ojos están perdidos viendo algo que Katsuki no logra entender.

— En la academia hay placas con el nombre de los caídos en batalla y-

Katsuki no puede decir nada más porque de repente una cortina de humo invade el lugar, unas fuertes alarmas suenan y un destello verde lo golpea quitándole el aire.

Katsuki reprime un grito de dolor, tratando de concentrarse en donde puede estar Izuku, para así al menos defenderse.

No tiene que esperar mucho, porque enfrente suyo puede ver al pecoso con una mirada inquietante viéndolo fijamente.

— Uh... ¿Katsuki? — murmura, sacude la cabeza confundido y cae de rodillas al suelo mientras se sostiene la cabeza.

Katsuki no lo sabe, pero Izuku escucha un montón de voces gritando en su cabeza, imágenes pasando de golpe y de nuevo más gritos.

Murmullos, palabras confusas, recuerdos que no se sienten suyos y personas a las que no puede ver sus rostros porque se ven borrosos.

— ¿Izuku?... ¡Izuku! — deja de lado el dolor que siente en su brazo cuando ve al pecoso caer de rodillas y sostenerse la cabeza, para después comenzar a gritar de una manera desgarradora.

No sabe que hacer, que decir, está perdido entre los gritos del pecoso.

Y de nuevo, como si fuera un niño pequeño, comienza a llorar de la frustración y miedo, abrazando al pecoso con todas sus fuerzas, sin importarle que este intente apartarlo mientras grita cosas que no entiende.

No sabe en qué momento un montón de enfermeras entran acompañadas de dos doctores y su maestro.

Aizawa se sorprende al ver al rubio abrazar al pecoso mientras esté grita, desvía la mirada y cierra sus ojos, tratando de evitar ver nuevamente en ese estado al menor.

Las enfermeras intentan apartar a Katsuki de Izuku, pero este se niega, está reacio a oírlas. Solo quiere quedarse a su lado, no le importa salir lastimado u oír los gritos incesantes del pecoso.

Uno de los doctores al ver esto decide inyectarle el sedante de esa manera, tratando de ser cuidadoso y rápido al momento de hacerlo.

Poco a poco Katsuki siente como Izuku deja de forcejear y gritar, quedando inconsciente en sus brazos.

Sus labios tiemblan de nuevo y las lágrimas empapan su rostro. Su corazón duele mucho, le cuesta creer que el chico alegre que alguna vez conoció, este así de destruido.

Las enfermeras y doctores retroceden, quedando a la par del azabache. Estos se quedan mirando tristes como el rubio llora abrazando el cuerpo inconsciente del pecoso, apegando su rostro a su pecho para oír los latidos de este y saber que está bien.

Que está vivo.

— Está bien... Todo va a estar bien... No te volveré a soltar la mano, Izuku...

 No te volveré a soltar la mano, Izuku

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Estado: depresivo

Posibles soluciones: nadar, comer, dormir, llorar.

Tranqui Katsuki, tendrán su hapi endin 🥹.

I think-

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