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UN ATARDECER CUBIERTO POR EL ANOCHECER PARA RECIBIR UN AMANECER

La leve caricia en su rostro le produce cosquillas, una calidez chispeante que lo regocija de gozo

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La leve caricia en su rostro le produce cosquillas, una calidez chispeante que lo regocija de gozo. Aquel tacto, suave y cálido, es como la sensación de las flores rozando su piel, con ese característico aroma dulce que todas parecían poseer.

Su corazón palpita a un ritmo equilibrado, no muy rápido, no muy lento, estable y sin la sensación de querer explotar de dolor.

Su mente, despedazada y compleja, se deja reconfortar por aquel toque y rostro sonriente que aparece cada que parece olvidar la razón de su existir.

Su alma y cuerpo le pertenecen a Katsuki, cada parte de su persona, de lo que es, de lo que quiere ser, es para y por Katsuki.

No importa cuántas veces destrocen su mente, cuántas veces dañen su cuerpo o su corazón deje de latir, siempre volverá a Katsuki. Incluso si un día Katsuki desaparece y no lo puede tener entre sus brazos, hallará la forma de encontrarlo.

En el mar, en el más resplandeciente atardecer, en las flores, en las brazas ardientes que emanan ese calor abrazador, en todo eso y mas.

Le dirá que si, incluso si eso involucre descender al infierno mismo o luchar por ascender al cielo.

Izuku podrá estar perdido en la oscuridad, pero Katsuki siempre estará ahí para iluminar su camino.




Fin.

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