Un Nuevo Trabajo

388 49 38
                                    




PIPER seguía pensando en Alexandra  cuando salía del metro hacía la oficina de su abogado. Una visión momentánea de una mujer de cabello negro, en un coche lujoso llamó su atención, hasta que ella volvió la cabeza y Piper se percató que no era Alexandra Vause y que la miraba con descaro. Se sonrojó y siguió su camino furiosa consigo misma. ya era hora de dejar de pensar en ella, no tenía sentido seguir pensando en lo que sucedió, volver a vivir el tormento de esos minutos en el tribunal, era curioso, pero de nada le servía pensar que fue ella quien resultó derrotada.

Esos últimos meses, la oficina de su abogado se volvió tan familiar para ella como el pequeño cuarto auspiciado por Lorna. Estaba en el tercer piso de un edificio viejo, cuyo único ascensor le recordaba una crujiente y aterrorizada jaula, así que prefería subir a pie, había adelgazado; la necesidad de economizar significó recortar sus gastos y era alarmante advertir lo cansada que estaba, al llegar al tercer piso.

El abogado en persona le abrió la puerta, lo cual la sorprendió, por lo general tenía que esperarle unos quince minutos antes de que la hicieran pasar a su santuario, pero en ese momento la antesala estaba vacía. La secretaria se había ido a comer, según le dijo él.

¿Comer a las once de la mañana?, pensó Piper, pero eso no era asunto suyo, aunque sí observó que el abogado estaba nervioso.

—Señorita Chapman, buenos días, tome asiento por favor. Le dijo él con una sonrisa.

Piper obedeció de mala gana, preguntándose qué querría discutir con ella, en realidad debería estar buscando trabajo esa misma mañana, afortunadamente tenía una lugar donde quedarse, solo recordar a su casero, quien le recordaba mes tras mes que ya se aproximaba el pago del alquiler, respiro tranquila, al menos tenía dinero para ayudarla con los gastos, pero una vez que se acabara, ¿qué sucedería ? No quería ser una carga.

El abogado se aclaró la voz nervioso.

—Le... le pedí que viniera esta mañana, porque... me han... Dejó de hablar y removió los papeles del escritorio agachando la cabeza como si no estuviera seguro de lo que le iba a decir.

—¿le han pedido? Piper lo apremio

—Verá... Una antigua clienta mía, una viuda cuyo marido la dejó en buena posición económica ... Ella ... es presidenta de una sociedad de beneficencia y busca una persona que le ayude con el trabajo de oficina, necesita a alguien que pueda vivir en su casa, tiene su residencia en Suiza, pero la mayoría del tiempo la pasa aquí, en Londres, es una  mujer muy distinguida. Piper frunció el ceño, sin saber qué sentido tenía esa larga explicación, hasta que él la miró y dijo algo nervioso. — Se me ocurrió que ese puesto podría convenirle a usted señorita Chapman, estoy enterado que... tuvo que dejar su empleo anterior. La miro con pena.

Piper se quedó mirándole sin poder creer lo que oía, ella que estaba tan preocupada por encontrar un empleo y de pronto, como caído del cielo le ofrecían un empleo y también dónde vivir, o tal vez no había entendido bien.

—Bueno no lo deje, me despidieron, pero, ¿Está seguro? ¿Me aceptaría esa señora bajo mis circunstancias actuales...? Tal vez ella no lo sepa. El abogado respondio apresurado.

—Ah, sí, ella sabe todo acerca de su caso. Se apresuró a tranquilizarla. —Está interesada en entrevistarla, dijo que parecía ser usted la persona que busca, el salario es excelente..., realmente muy generoso y desde luego no tendrá gastos de ningún tipo, todo está incluido, cuando la señora Brown  viaja siempre es en primera clase y me aseguró que cuando lo haga usted irá con ella.

Seras miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora