¿Qué demonios hace aquí?

351 50 37
                                    



Por momentos a Piper le parecía que otra persona había tomado la decisión de contratarla y no la señora, pero eso era imposible, sin embargo, encontraba cierta afinidad entre ellas y Piper lo advirtió desde un principio, desde que le contara sobre lo que había pasado con sus dos matrimonios, verla como por momentos se perdía recordando a su primer marido, ese que fuera su primer amor. Uno de los motivos por los que dudo para aceptar el trabajo era el encariñarse con ella y que su hija no le agradara y terminara perdiendo el trabajo.

Pero ahora que sabía que la señora Brown estaba mal de salud, por nada del mundo renunciaría a ese empleo, porque sabía que la necesitaba. El estado en que se encontraban los archivos, era suficiente prueba de ello, Piper ya había decidido que trabajaría tiempo extra por las noches para ordenar los documentos lo antes posible.

—Ah, por cierto, mi hija cenará con nosotros esta semana y quisiera que nos acompañaras Piper, quiero que le conozcas. Solo escuchar nombrarla la estremecía.

Así que finalmente la inspección llegaba, tal como ella había supuesto, respiro para eliminar todo nerviosismo, por un lado se sentía tranquila ya que contaba con la seguridad de que su jefa la necesitaba, nada ni nadie la haría abandonarla, incluyendo a la arrogante hija de la mujer, después de todo, ya estaba acostumbrada a tratar con gente arrogante, había adquirido experiencia con la más arrogante de todos: Alexandra Vause, Piper dudaba de que la adorada hija de la señora Brown pudiera superar el engreimiento de Alexandra Vause.

No pudo evitar recordar cómo reaccionó ante la arrogancia de Alexandra Vause, cuando exigió entrar en su apartamento. .. y trató de seducirla... porque eso fue lo que hubo en ese beso, se estremeció y la señora Brown la miró, preocupada.

—¿Tienes frío, Piper?... La pregunta de su jefa la descoloco.

—No, no... estoy bien. Piper se forzó a sonreír, suficiente, ya era hora de sacar a Alexandra Vause de sus pensamientos....

Dos días más tarde, Piper no sólo había restaurado el orden en el desorganizado archivo, sino que también había preparado una lista de comprobación para el baile de beneficencia y había empezado a encargarse de su organización, detalles de las diversas opciones que había en cuanto a personal, comida, música, y decoración estaban cuidadosamente escritos a máquina y colocados en una carpeta marcada para que la supervisara la señora Brown.

Una ojeada al reloj le indicó que eran las cuatro; demasiado tarde para buscar a su jefa, quien todos los días a esa hora se tomaba un descanso por prescripción de su médico. Piper también supo que antes del baile en cuestión, la señora Brown esperaba ir a Suiza.

—Veo que todo esta en orden, no te imaginas como te agradezco que hayas aceptado el trabajo, yo simplemente no podría haberlo echo sola y seria motivo suficiente para que mi hija me presionara a dejarlo todo. La mujer se sentó en uno de los sillones palmeando a su lado para que Piper se sentara.

—Creo que la agradecida debo ser yo señora, después de todo lo que me paso, difícilmente hubiera encontrado trabajo. Sintió la mano de la señora sobre la suya.

—Puedo ver tu inocencia con tan solo ver tus ojos, no me gustan las injusticias por eso le pedí a... Piper noto un ligero nerviosismo. —A tu abogado que te enviara. Piper frunció el ceño. ¿Que no había sido su abogado quien la recomendó?

—Gracias por el voto de confianza, hay personas que carecen de ese don, te ven y ya eres culpable. Eso ultimo lo dijo con rabia pensando en ella.

—Aquí estarás mas que bien, nadie te molestara, con el tiempo todo se olvida hija. Piper asintió.

Seras miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora