《La inusual historia de "amor" entre los protagonistas empezó en un callejón. Sí, lo leyeron bien. En un cochino y maloliente callejón. ¡Qué romántico! Luego todo se basó en miradas desde una distancia prudente por parte de uno, mientras el que era...
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De pequeño quizás nunca fue consiente de su estatus en la sociedad, pero aquello cambió a medida que fue creciendo. Si no recordaba mal, los ingresos económicos en su familia nunca se vieron en peligro, se podrían comparar con un balancín en perfecto equilibrio. Vivió lleno de riquezas, comodidades y lujos, cualquier capricho le era concedido, mas a cambió le pedían la perfección. Su familia era tradicional y muy estricta, vaya combinación.
Su padre se encargaba de los negocios, por lo que pasaba mayormente en su oficina o viajando; raras veces él y su hermano podían hablarle, incluso verlo se consideraba un acontecimiento que ocurría cada medio año; sin embargo, de alguna manera se las arreglaba para estar ahí cuando cometían un error y así castigarlos por no cumplir con sus expectativas. Por otro lado, su madre se ocupaba de la administración del hogar y la educación de su par de retoños, aunque nunca se mató haciendo tales deberes, después de todo, era la señora de la casa. Ella tenía una forma especial de cómo manejar a los empleados y reprender a sus hijos: con una sonrisita y las palabras correctas era capaz de hacer temblar a cualquier persona.
Gracias a sus padres no le faltó nada, a él y Dream no les faltó nada. Nada. Por lo que debían ser agradecidos y aceptar sus exigencias. A los veinticinco años, su mamá empezó a preguntar cuándo se casaría y tendría hijos. Oh, si tan solo supiera que no estaba interesado en algo tan banal como el amor o sexo.
—Night, no era necesario que me trajeras a casa —dijo envolviendo sus brazos en el cuello del mencionado; lo miró coqueto durante unos segundos para luego darle un beso y así romper la tensión que se había creado—. Bueno, ya que estamos aquí...
No puso mucha resistencia cuando fue arrastrado a la habitación del castaño. Se dejó sentar en el borde de la cama e indiferente aceptó que las manos impropias jugaran con los mechones de su pelo azabache; recibió besos en su cuello y caricias en sus hombros, mas no reaccionó. El tacto de Lust era suave y cálido, no le desagradaba, pero solo eso. No le desagradaba. ¿Qué sería diferente entre esas mujeres y este sujeto?
—Ya me tengo que ir —suspiró apartando al contrario. Se puso de pie y no recibió objeción por parte del menor.
—Ow, qué mal, supongo que será para otro día —habló calmado mientras apoyaba su frente en el pecho del más alto.
La despedida no duró demasiado. Otro beso y hasta luego.
Los días pasaron, el calor incrementó y aún no sabía definir la relación que tenía con Lust. Bien, no es como si hayan hablado sobre cómo deberían llamar a lo que tienen, pero ¿exactamente qué es lo que hay entre ellos dos?, ¿hay algo en primer lugar? Odiaba no tenerlo claro, odiaba la incertidumbre, odiaba muchas cosas, pero podía manejarlo. Después de todo, ¿qué clase de hombre sería si no se mantenía sereno ante este tipo de situaciones? Se negaba a perder la cabeza por temas sentimentales.
Estas últimas semanas ya no se la pasaba tan metido en su oficina, pues mandó a ordenar su agenda a su secretaria para despejar algunas horas y de ese modo asistir a las sesiones de fotos, aunque algunas veces le era tedioso porque cambiaban el lugar de manera constante. No entendía por qué hacía todo esto, pues no iba con el fin de supervisar, sino de esperar a Lust. Una vez que el mencionado terminaba con su trabajo y se cambiaba a su ropa habitual, salían para ir a tomar algo y pasar el rato juntos. En un comienzo pensó que el castaño sería un cabeza hueca que hablaría de puras tonterías, pero se sorprendió cuando no lo sintió tan molestoso como sus demás ligues, hasta podría decir que su presencia era aceptable. Aún si la necesidad del contrario de tomarle del brazo al caminar le resultaba incómoda, podía acostumbrarse y dejarlo ser. Había pequeños detalles que prefería mejor ignorar.