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Memo miro al omega mientras caminaban por la calle con el objetivo de llegar a la avenida— ¿A donde me llevarás?

—Si te soy sincero. Yo no conozco ni el 20% de Buenos Aires —La mirada de sorpresa en Memo era evidente y por eso Lionel solo pudo reír— Pero que importa boludo. Tomemos cualquier bus y que nos deje por donde sea.

—¿Planeas que nos perdamos wey? —El chico respondió con un "Si"— A la madre ¿no tienes miedo de que te acuchillen?

—Todo saldrá bien pibe, confía en mi.

Eso hizo. Memo se dejó guiar de Lionel y subieron a un bus rojo, blanco y azul. Estaba saliendo del centro hasta que Messi pudo ver algo por las ventanas que lo hizo tomar la mano del alfa para bajar del bus.

—Mira allá —Señaló lo que parecía ser una estructura azul y amarilla.

—¿Y eso que chingados es?

—Es el estadio del Boca nene. Ahí jugó Maradona. Vamos, a vos te puede gustar.

Caminaron por las calles que no parecían ser las más bonitas, pero Memo estaba acostumbrado de pasar en colonias peores. Aún que era un poco fresón, todos sus compas era de barrios donde tu vecino te roba en la noche y te saludaba de día.

—¿Sabes donde venden comida? —Habló Memo mientras se iban acercando más a la estructura.

—¿No almorzaste? —El mexicano negó— Ah, pero pelotudo ¿Como no vas a comer? Mira, vamos a comer unos panchos porque ya tocó la hora de la merienda.

Buscaron con poco éxito un puesto de comida, entonces no se les ocurrió más que ir a una tienda a comprar comida. Ambos entraron y Memo se quedó viendo todos los productos porque era muy diferente que en su Mexico querido.

—¿Que es esto? —Preguntó por un estante lleno de alfajores de todos los sabores, marcas y presentaciones.

—Alfajores. Aquí lo comemos mucho. Toma uno si queres probar.

Mientras Memo estaba distraído viendo todo, Messi buscaba algo comestible que pueda ser sustancioso para el almuerzo del chico. Pudo ver como recién un carro de panchos salía y compro dos tan rapido como pudo.

Volteó para buscar al chico y lo vio con una bolsa llena de cosas— Mira wey, —Sonrió mientras de acercaba al castaño— habían unas galletas que se llaman pitusas. Que chistoso.

—¿Vos te compraste toda la tienda o que? —Ambos rieron y Messi le pasó uno de los panchos al chico

Se dirigían hacia un parque, donde ambos se sentaron para comer a comer lo que Memo había comprado.

—Orale, el hot-dog es muy largo. En Mexico son mas chiquitos. —Le había dado una mordida mientras el omega está comiendo uno de los alfajores que había comprado— Es cierto, te tenía un regalo.

—No, pero Guille...

—Toma wey. Ábrelo. En serio, es porque te aprecio mucho.

El castaño como la caja envuelta en un papel marrón claro. Desgarro un poco de este y vio como un celular se asomaba. Su mirada de sorpresa se hizo presente y se lo extendió a Ochoa— No boludo ¿Como crees? Es muy caro man, no te lo puedo aceptar.

—Que difícil que eres. Te dije que es un regalo y que quiero que lo tengas. Así, puedo llamarte sin interrumpir a tus papas.

—Es muy lindo —Su sonrisa sin mostrar los dientes pero con sus mejillas encendidas le provoco a Memo una felicidad inmensa. Su corazón estaba lleno de alegría de hacer algo omega feliz— Gracias Guille ¿Está bien si yo también te puedo llamar?

Buenos AiresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora