Epílogo

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Sintió esos brazos sobre sus hombros y él hizo lo mismo. Tenía la mirada seria y solo trataba de no mostrar lo nervioso que estaba. Escuchó el himno de su tierras y la euforia consumió su mente. Cantaba y vivía la canción, igual que sus compañeros lo hacían.

Lionel Messi estaba en su primer mundial y se encontraba viviendo la final contra Alemania. Una potencia que lo carcomía de nervios.

En las gradas más altas, vio a su esposo con la camiseta argentina y Mateo sentado sobre sus piernas vistiendo la camiseta de la selección. El niño llevaba una sonrisa mientras cantaba el himno junto a él. No podía defraudarlo, ganaría solo por él.

Sonó el pitido y los pies empezaron a moverse. Su mente no paraba de pensar en la pelota y los gritos de sus compañeros. Esos alemanes no era amistosos de ninguna manera. Cada vez que tenían el balón, ellos se abalanzaban contra él y lo golpeaban sin descaro ¿El árbitro los castigaba? No. Desde que Julián sufrió la primera falta y no cobraron nada, sabía que el árbitro estaría en favor de ellos.

Escupió en el césped. Ya estaba cansado, no solo cansado también matado de los nervios, pero el orgullo por su patria movía su mente y ánimos. Él no se detendría de luchar por la copa hasta que lo sacaran de la cancha.

Recibió ese pase de Rodrigo, sentía esa adrenalina correr por su cuerpo porque no había nadie que lo deshiciera de meter el gol de su vida. Su primer gol en un mundial y el primer gol del primer tiempo. Sin pensarlo más, pateo con miedo pues pensaba que chocaría con el cuerpo de ese arquero, pero la pelota ingresó ¡Había ingresado!

Corrió hasta sus compañeros y abrazó a Di María. Casi llorando, le explicaba el miedo que sentía de que el balón no entrase. Los demás corrieron hacia él, abrazándolo y tumbándolo al suelo. De reojo, vio a Scaloni que arrugaba sus puños pero seguía teniendo esa mirada seria. Era claro, aún no debían emocionarse demasiado.

Mientras volvían a sus puestos, Messi alzó la mirada hasta esa pantalla donde vio a su esposo saltar cuando vio su primer gol. No solo él saltaba y gritaba, Mateo se emocionó tanto que se colgó de su padre y este lo llevó hasta sus hombros. Estaba feliz de que su hijo pudiera celebrar con él.

Enzo corría con el balón, nervioso pero aguantando las ganas de gritar hasta que estuvo a un pase de darle el balón a Julián, pero ese rubio aleman lo tomó de la camiseta para tirarlo al suelo.

No fue Lionel el primero en correr para defender al chico, Julián grito y empujó a ese aleman que tenía una sonrisa en el rostro. Eso lo llenaba de rabia. Estaba burlándose del omega tirado en el suelo.

—¡¿A vos que te pasa, forro de mierda?! —Lo tomó de la camiseta para darle esa mirada amenazadora. Había tocado a su omega y eso no se lo pasaría— Gato olor a mandarina ¿Que te crees vos? ¿Vos no sabes que he visto como queres pelearte con nosotros?

—I don't... —Trataba de comunicarse con el argentino, pero esas feromonas expulsadas lo intimidaban. A pesar de que fuera unos centímetros más alto, ese alfa lo cagaria si respondía algo que no quería escuchar.

—You shouldn't have done that! Motherfucker! I know you want to have some problems with us. Don't dare you. You don't know how we truly react. —Si el aleman quería excusarse por no hablar su idioma, le diría todo lo que pensaba en tres mil lenguas para que dejara de hacerse el machito.

—Are you threatening me? —Esa sonrisa seguía. Julián estaba seguro de darle un golpe para que quitara esa expresión, pero vio a Lionel separarlos.

—Yes. Look on yourself or I will fuck you.

Se separaron y el árbitro se dirigió hasta la escena donde alzó una tarjeta amarilla. Solo eso, ni siquiera considero un penal a pesar de que la piel de Enzo estaba demasiado roja. Al omega no le quedaba más que levantarse e tratar de ignorar que se habían burlado de él.

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