Cuando fueron echados del clan él apenas era un cachorro, un pequeño de siete años que había sido educado de la peor manera. Llegando a ser bastante agresivo al entrar a la escuela. Lo cierto era que no soportaba todas las niñadas que ahí hacían, no poder mostrar su poder y a cambio mostrar igualdad con quien no lo merecía.
Pero lo volvía más loco ese omega mudo. un fenómeno a sus ojos. aquel con un olor dulce y atrayente con una sonrisa que parecía un ridículo corazón. lo detestaba.
Siempre sonriendo a todos y plantando florecitas que traía de su casa. Era desagradable.
Obviamente nadie se le acercaba por miedo a lastimarlo, ya que lo trataban como si de un fragil cristal se tratara, solo no tenia voz ¿Cuál era el maldito problema? y solo uno que otro se le acercaba para pedirle un color o pegatina, a más el omega era un niño solitario.
Siempre llevando pantalones cortos con un dobles, además que siempre tenían dibujos sobre la mezclilla. Ya sean abejas, flores o corazones. Sin contar también sus sombreritos ridículos. Porque eso era a sus ojos, un fenómeno ridículo.
Un día plantando flores lo vio llorar, el pequeño omega lo habían despojado de su cuadernillo de pegatinas, los niños habían sido bastante insistentes. Argumentando varias incoherencias optando por al final arrebatarle el cuaderno.
Los maestros jamás habían tomado interés por aprender el lenguaje de señas y aún el omega tratara de explicar la situación era tomado como un idiota al tomar por otro lado en vez de tratar de entenderlo.
El pequeño Minho aún con sus manos sucias trató de quitar sus lágrimas, embarrando su rostro de tierra.
—Asqueroso— murmuró el alfa, llendo con el grupo de niños que ahora tenían toda la cara y ropa llena de pegatinas de flores y animales bastantes tiernos.
Llegando a usar su voz de mando advirtiendo que no dijeran nada, ni siquiera fueran de llorones con algún maestro o incluso sus padres. Aventó a la mochila del omega su cuadernillo.
Cuando él pequeño entró al salón de clases le sonrió a los niños que le robaron primero y les agradeció con su cabeza mientras apretaba el cuaderno sobre su pecho.
Maldito fenómeno, pensó el entonces pequeño alfa.
Malo fue cuando en la mesa su hermano mayor hablaba de como se había ligado a una omega mayor, aún teniendo catorce años y siendo un chiquillo estúpido le encantaba mostrar sus dones y presumir sus conquistas sin descaro.
Optando Hyunjin por ganarle y comentar sobre salvar a Minho y regresar sus pegatinas.Mala idea.
Su padre alfa le había dado la golpiza de su vida, pasando igual su madre al meterse entre él y el pie del alfa.
Odio a ese omega. Con todas sus fuerzas lo maldijo aún a su corta edad.
Días después cuando ya pudo levantarse por si solo y pasando los moretones lo enfrentó. Lo detestaba y Minho tenía que doblegarse ante él.
El pequeño omega como siempre en el jardín de la escuela estaba plantando otra flor. Sus madres siempre le regalaban alguna con raíz que él feliz coleccionaba ahí.
—Omega— habló Hyunjin con enojo, importandole poco que estuviera pisando las flores plantadas. La boca del omega hizo una "O" con dolor al ver a todas sus amiguitas ser aplastadas. —¡¿Quien te crees, eh?! Con tu apestoso aroma y sonrisa estúpida— Minho abrió los ojos todo lo que pudo, lo veía sorprendido pero al ya no tener más insultos su labio tembló amenazando con llorar.
Por otro lado Hyunjin no sentía esa satisfacción pasada, su corazón dolió. Pero al ver a Minho a punto de llorar le regreso el poder estúpido —omega, eres mío— aclaró con confianza, su animal lo había encontrado, pero estaba cegado por las enseñanzas aprendidas.
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Después de la marca [Hyunho]
Fiksi PenggemarHabría Sido mejor que aquel omega muriera, que tener aquella marca que lo mataba día con día. Minho guardaba silencio, de todas maneras no tenía la voz para hablar. Hyunjin fue criado con repulsión a los omegas. Y mírenlo ahora, teniendo el vínculo...