Lᴀ́ɢʀɪᴍᴀs ᴇɴ sɪʟᴇɴᴄɪᴏ [ℭ𝔥𝔦𝔰𝔥𝔦𝔶𝔞 𝔖𝔥𝔲𝔫𝔱𝔞𝔯𝔬] {Vᴏʟ 2}(PAUSADA)

1 - Por unos segundos

"No lo entiendo... ¿porqué me siento así?"

....

"Ya veo..."

"Decepción"

"Eso siento, incluso en mi silenciosa soledad."

Todo permanecía desolado, el silencio era abrumador para aquel peli-negro con vendas. Primero es golpeado y derrotado por quienes eran sus "aliados" luego su rostro queda arruinado a causa de las llamas y no deja de toser sangre... Niragi estaba cansado, ni siquiera entiende porqué sigue vivo, debería estar muerto, ¿qué sentido tiene? Solo le quedó su maldita arma.

Fue bajo ese gran puente en ruinas, creyó estar solo ahí, pero se llevó una sorpresa al ver a alguien; parecía ser una mujer, sentada en aquel pedazo de escombro; dando la espalda. Dio unos pasos, no fue necesario verle la cara, ese maldito bate lo reconoció instantáneamente.

— Vaya, no puedo creer que sigas viva. —Comento inclinando su cabeza hacia arriba mientras se asomaba para verle de frente—. Te subestime demasiado o alguien llego al rescate. No creo que la segunda, hubieran llegado tarde... ¿qué hiciste?

Hubo un silencio que éste ignoró por completo.

— Estás sola, ¿y tu dueño? Veo que Chishiya perdió la correa —Río burlon—. No me ignores perra, aquí no hay nadie que pueda salvarte.

Cierto, ella no lo entendía, ¿verdad?

Ella veía a la nada, hacia ese paisaje en ruinas, guardando silencio con una mirada vacía; como si hubiera perdido las esperanzas en algo. Ya lo empezaba a cabrear bastante, hasta que finalmente desde que llego, volteo su mirada en su dirección. Vestía diferente, ahora usaba una camisa blanca con sus mangas remangadas seguido por el jeans negro y las botas del mismo color, luego estaban esas vendas en todo su cuerpo, incluyendo hematomas y demas. Lo que llamo su atención fue ese pañuelo rojo con el diseño de unos autitos (se veía ridículo y no imaginaba que alguien como ella usara eso) lo tenía en el brazo para tapar una de sus heridas profundas, tal vez.

— Que ridículo pañuelo, si que tienes mal gusto y veo que has sufrido en la playa, todas esas curas, vendas y demás lo explican todo. —Sonrio inclinándose hacia ella para estar más cerca del rostro—. Yo también la pasé mal, podrías sacarme el estrés. No es necesario que entiendas lo que digo.

A penas tocó ese pañuelo, ella hizo al fin un movimiento: un cabezazo, lo hizo retroceder tocandose la nariz del dolor. Con el ceño fruncido miró y ella ya se había salido del lugar, corría lejos de él. ¿Qué tenía de especial ese ridículo pañuelo con temática de autos?, ignorando aquello, optó por correr y atraparla.