CAPÍTULO I

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Narra Hayami.

Al abrir los ojos me cuesta ver el espacio oscuro donde estoy. Un lugar lúgubre que me pone los pelos de punta. Miro a mi alrededor para buscar la presencia que siento observarme.

- Hayami...

Lo escucho susurrar. Lo siento cerca, pero se oye distante.

- Hayami.

Lo vuelvo a escuchar, esta vez más fuerte. Busco frenética al dueño de esa voz. Cuando de repente estoy frente a frente con él.

- ¡Hayami!

Despierto cubierta de sudor, con la respiración acelerada y mi corazón latiendo con fuerza. Veo que estoy en la cama de mi oscura habitación. Otra vez esa pesadilla. Ese hombre... ¿Alguna vez dejará de perturbar mis sueños?

Miro a través de mi ventana, al ver la altura en la que se encuentra el Sol caigo en cuenta de que deben ser más de las siete de la mañana, se supone que ya debería estar despierta. Rápidamente me pongo mi uniforme de Caballero para salir al lugar de entrenamiento.

Cuando llego veo a los nuevos ingresados a La Orden recibiendo un discurso por parte de nuestro capitán Aldrich en la entrada de nuestra gran base. El gran arco de las rejas de la entrada brilla color plateado y con tonalidades doradas por el Sol alzándose.

- Primero que nada, son muy valientes al tomar la decisión de ir a proteger a nuestro pueblo de los diferentes riesgos que se pueden enfrentar. Las historias que les contaron de niños sobre los Caballeros luchando contra las bestias corrompidas no se comparan con a lo que se enfrentaran en la vida real. Algunos tiraran la toalla antes de terminar el entrenamiento, no todos están destinados a ser Caballeros en La Orden, pero a quienes persistan y lo logren harán mucho por Domeinshiti y por las personas que aman.

- Llegas tarde, Hayami.

Una voz habla a mis espaldas y veo a Kyo, un chico alto de cabello azabache con su uniforme impecable y su rostro estoico como siempre.

- Solo fueron unos minutos.

Contesto con mi rostro inexpresivo. Se acerca a mí y fija sus ojos en los míos.

- ¿Otra vez él?

No le puedo ocultar nada; mi cara puede mantenerse impasible la mayor parte del tiempo al igual que la suya, pero solo nosotros podemos ver lo que realmente siente y piensa el otro. Mi silencio es la única respuesta para confirmar su pregunta.

- Ni muerto te puede dejar en paz.

- Déjalo, Kyo. Solo son sueños.

- Aun así, me molesta que entre en tu cabeza a atormentarte.

- Parece que a pesar de esté muerto, su existencia aún perdura en mi memoria. Como sea, veré el entrenamiento de los nuevos.

- De acuerdo. Te veré en el desayuno más tarde, hermana.

Asiento y cada quien va por su lado.

Sigo caminando, voy por el campo de entrenamiento y veo a los novatos que llevan medio año dentro de La Orden de los caballeros diáfanos practicando con unos maniquíes la espada junto con sus entrenadores.

- ¡Bloqueen, preparen, ataquen! ¡Sigan! - les ordenaban sus entrenadores.

- Están mejorando mucho en poco tiempo.

Le digo a Kaelan, un chico pelinaranja también con su uniforme de entrenamiento.

- Es verdad. Dominan mejor la espada y sus escudos son más fuertes; no lo suficiente para detener a una bestia de mayor rango, pero si para protegerse de una de mediano rango.

La Orden de los Caballeros DiáfanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora