CAPÍTULO XI

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Narra Joseph.

- ¡Jacky! - exclamo al ver como la estructura de derrumba ante mis ojos.

El tal Ray logra salir con algunos cortes de la madera que cayó debido a la fuerte sacudida.

- Jacky... - por favor, no.

Corro con el corazón en la boca hacia la estructura destruida e intento con desesperación levantar los escombros.

- ¡Jacky! ¡Jackeline! - por más que quiera no logro mover la pesada madera. Me astillo en el proceso, pero no me importa - Jackeline... mi amor...

Siento una mano en mi hombro, alzo la cara mientras unas lágrimas se deslizan por mi rostro.

- No logró salir, Joseph...

No... no puede ser verdad... me niego a aceptarlo.

- No... ¡NO!

- Joseph...

- ¡CÁLLATE! ¡JACKELINE!

La perdí...

No lo puedo creer...

- Debí entrar con ella. - sollozo - ¿Por qué la dejé sola? Yo...

Las palabras se atascan en mi garganta, solo salen jadeos y sollozos desgarradores. En eso veo algo entre los escombros. El brazo de Jackeline.

- Mi nena... - tomo con delicadeza su fría mano. El calor que me transmitía anteriormente ya no está - ¿Por qué tú? De todas las personas, fuiste que ser tú. Debí ser yo. - acaricio los cortes que tiene - ¿Ahora quién me regañará por llegar tarde al entrenamiento? ¿A quién le daré todos mis piropos? - rio secamente - ¿A quién... amaré ahora?

Mi princesa se fue. Ya no está conmigo. La persona que más amaba en el mundo acaba de perder la vida sin que yo pudiera hacer algo. ¿Qué debo hacer ahora?

- Tenías razón cuando dijiste que la vida nos da giros inesperados. Satisfactorios... y desgarradores. - suelto su mano para ponerme de pie - Vamos. El duelo tendrá que esperar. - les digo a los Caballeros mientras me limpio las lágrimas.

Sin estar muy convencidos caminamos nuevamente.

Narra Hayami.

- ¿Estás bien? - pregunta Damian con su rostro escasos centímetros cerca del mío aun en sus brazos.

- S-sí.

- ¿Segura? ¿No te lastimaste?

- Descuida, estoy bien.

- Me alegro. - se da cuenta de su cercanía - Ah, perdón.

- N-no pasa nada.

Deja de tartamudear, tú no eres así.

Me deja en el suelo suavemente, Genkei se acerca a nosotros.

- Estamos bien. - habla Damian - ¿Cómo está usted?

- Un poco adolorido, pero sobreviviré - suspira dramáticamente - Ah... la edad.

- No solo es la edad, su cuerpo no ha tenido el mantenimiento que requiere.

- ¡Hermana! - veo a Kyo correr hacia mí junto con los otros Caballeros, la preocupación pinta el estoico rostro de mí hermano, me toma de los hombros cuando está cerca - ¿Estás bien?

- Lo estoy. ¿Tú estás bien? - lo reviso con la mirada con la misma preocupación. Asiente.

Van llegando el grupo de Kaelan y el de Joseph, pero...

- Joseph... - Kaelan lo mira con preocupación - ¿Dónde está Jackeline?

No responde, pero una lágrima suya cae.

La Orden de los Caballeros DiáfanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora