Esa tarde al salir del instituto, Sofi y yo queríamos irnos de compras, ya que era viernes y queríamos hacer algo diferente a lo que hacíamos siempre.

Comimos las dos solas en mi casa, porque mi madre seguía trabajando, y después cogimos el bus para bajar al centro.

Fuimos a las tiendas que solíamos ir siempre, simplemente para probarnos ropa que no nos podíamos comprar.

Luego nos gastamos el poco dinero que llevábamos en helados. Pasamos por enfrente de una tienda de deportes que íbamos a pasar de largo, pero Sofi me agarró del brazo y se quedó plantada mirando el escaparate fijamente.

—¿Qué haces? —pregunté

—Mira esa camisa de fútbol. Se la podría comprar a Rodrigo.

—¿Por qué le ibas a comprar algo?

—Para navidad.

—Es literalmente septiembre. Aunque entiendo la obsesión con la navidad, es la mejor época del año.

—Aún así, podría comprarla. Aunque no sé si le gustará.

—Podemos decirle que venga para ver si le gusta. —propuse

—¿No sería más fácil mandarle una foto? —preguntó

—No

Saqué el móvil y le escribí.

Estoy con tu hermana

Ah

Ha visto una camiseta de fútbol y no sabe si comprarla, tú verás

Voy
Manda ubicación

Sonreí y se la mandé. Sofi y yo entramos a la tienda para seguir mirando cosas. A ella le gustaba el deporte y se sabia los nombre de jugadores de equipos de futbol y baloncesto y tal, pero yo estaba ahi plantada sin saber que hacer con mi vida.

Entonces entró Rodrigo. Estaba con el ceño fruncido, como siempre. Nos buscó y su mirada se cruzó con la mía. Se acercó a nosotras y me ignoró rotundamente mientras se ponía a hablar con su hermana.

—Yo también me alegro de verte, Ro —refunfuñé

Al final fue él el que pagó la camiseta porque Sofi no llevaba dinero. Nada más salimos por la tienda, Ro empezó a alejarse.

—¡Ro! ¿A dónde vas? —le grité

—A casa —me gruñó

—¿Por que no te quedas con nosotras? Ibamos a dar una vuelta

—No.

—Porfa, Ro.

—Deja de llamarme así.

—Déjale Alba, que está amargado —dijo Sofi

—Porfa porfa porfa, Ro —insistí

Me miró un momento con cara de sufrimiento.

—Vale. Pero solo un rato o me dará dolor de cabeza por tener que escucharte hablar.

***

Cuando llegué a casa me tiré en mi cama con una sonrisa, por alguna razón, y le escribí a Ro.

¿A que no ha estado mal?

bueno

Eres un soso

Abracé un almohadón. Por alguna razón, no podía parar de sonreír. ¿Que me pasaba? Simplemente habia accedido a ver tiendas conmigo y con su hermana.

Pero había estado bien.

Alba y RoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora