6. Señor Iceberg.

31 6 1
                                    

Yerith.

— ...¿Qué?— musitó desconcertado mi hermano Ty.

— Como lo escuchaste, Ty— contesté intentando restarle importancia a su reacción, pero simplemente no podía borrar su expresión dolida e impactada de mi mente.

— Pero ¡¿por qué te vas a ir?! ¿¿Y con Nibbs??— ahora parecía más indignado que enojado.

— Tengo que cuidarlos, Ty. Mi celo está a punto de llegar, y Gale en cualquier momento se puede descontrolar. Tengo que aprovechar que el celo de Nibbs se tomó una pausa, cada segundo es valioso y no puedo detenerme a seguir hablando contigo, hermano— le expliqué sin mucho más detalle.

Sin embargo pareció haberlo entendido. Apretó los labios formando una fina línea y asintió con esfuerzo, sus orejas estaban encogidas hacia atrás, y su cola se movía de un lado a otro un poco violentamente.

Sonreí y suspiré, entendía lo que sentía y pensaba en ese momento, pero tenía que hacer esto. Por el bien de todos, y de nuestra normal relación.

— Vendré a visitarlos todos los días, Ty— susurré acariciando su rostro con ternura.

Hizo un puchero. Uno muy, muy dulce—. ¿Lo prometes?

— Por supuesto, tonto. No puedo dejarlos solos, mi Omega y yo moriríamos de tristeza— declaré.

— Está bien... ¿Quieres que vaya a despertar a Nibbs?

— Sí, por favor, pero no vayas a dejar la puerta abierta mucho tiempo, y asegúrate que la de Gale tenga todos los seguros— Ty accedió sin rechistar.

Poco después salió de mi cuarto para dirigirse al de Nibbs.

Llevé una mano a mi pecho, sintiendo mi corazón latir con más rapidez de lo habitual. Sentía un calor consumir con mayor intensidad desde mi vientre hasta mi pecho, y mi Omega no hacía más que ir de un lado a otro, inquieto, desesperado, cómo intentando advertirme que debía salir rápido de allí.

Terminé de empacar, saqué mi celular y llamé a Sarah. Ella contestó rápidamente, le expliqué la situación y ella con tono angustiado accedió. Me preocupaba incomodar a su pareja, pero considerando que también era una Omega no le ví problema.

De todos modos la estadía iba a ser algo provisional, en lo que me encargaba de papá y él le informaba a sus amigos del gobierno para obtener una pequeña vivienda, una en donde sólo estuviéramos Nibbs y yo, no necesitaba más.

Incluso me gustaría poner un pequeño café acogedor, donde vayan solo omegas. No hay muchos espacios para omegas igualmente, así que me encantaría crear un lugar seguro y tranquilizante para aquellos que lo necesiten.

Pero tenía que hacerme fuerte. Porque un montón de omegas en una cafetería no era una idea muy grandiosa.

Salí de mi cuarto con mi maleta para ir por Nibbs, cuando de pronto tocaron la puerta.

La sangre se me heló, sabía que era papá por su imponente olor. Pero había otro aroma, uno que no reconocía de ningún lugar. Un dulce y un poco cítrico, como el de un Omega.

Extrañado bajé a abrir la puerta, y un caluroso y estrecho abrazo por parte de papá me recibió. Y todo el estrés que al parecer acumulé entre ayer y hoy desapareció por esa acción tan simple.

Enterré mi cara en su pecho—. Te extrañé...

— Yo también, mi niño, yo también— musitó dulcemente.

Arrugué la nariz, tenía otra fragancia, una que definitivamente indentificaba muy bien. Su gran amigo, Mr. Iceberg.

Me separé para reclamarle, pero el Omega a su lado capturó toda mi atención.

Mr. Iceberg [Omegaverse] ★Secuela de "Sonrisa Nueva"★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora