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Yerith.

El ruido a mi alrededor había desaparecido de repente, la hamaca bajo mi espalda no podía sentirla, ni la brisa ni el dolor en mi pecho. El bullicio proporcionado por mi mente inquieta se había callado de pronto, por lo que me sentía en una especie de nube esponjosa y relajante, alejado de la realidad.

Hasta que la sentí. Esa innegable conexión con él que permanecía sin importar lo mucho que intentara apartarme, que aparecía sin importar el tiempo o la distancia que pusiera. 

Fruncí el entrecejo, mi buen sueño viéndose interrumpido para traerme de regreso. 

Sonreí frustrado, la dicha duró tan poco...

Volteé mi cabeza al percibir que algo, o alguien, estaba al otro lado. La confusión sobrepasó a la sorpresa al momento de ver a Aspen conectado a diferentes máquinas, el ultrasonido descontrolado y bolsas de suero colgando, pero eso no fue lo más impactante, claro que no. Lo más impresionante fue ver lo flaco y pálido que estaba. 

No pasó mucho cuando entendí la situación de ambos.

Apreté los dientes. ¿Ni siquiera rechazándolo podía negar el destino que a fuerzas nos unía? Yo no lo quería, no a un alfa arrogante y estúpido como él, que creía que todo podía tenerlo como fuera. 

De momento estábamos los dos solos, pero sabía que en cualquier momento alguien entraría para revisar al moribundo alfa a mi lado.

- Pero nosotros no estamos mejor, Yer- dijo mi omega, su últimamente habitual tono de profunda tristeza tiñándose de una extraña alegría.

Suspiré nuevamente, apreté los ojos y luego mis manos, pero cuando lo hice sentí un profundo dolor en mis palmas. Confundido, las levanté para verlas, quedándome sin habla por lo que ví. Estaban rajadas, cortadas no muy profundas pero definitivamente dolorosas iban de un lado a otro, unas grandes y otras más pequeñas. 

— ¿Qué dem-?

- Fue mi culpa- dijo mi omega de repente, confundiéndome. Guardé silencio esperando a que siguiera hablando-. Sólo vomitabas y vomitabas raíces cada vez más grandes, y mucha, mucha sangre. Tenía miedo por tí, por mí, por ambos. A-Así que tomé posesión de tu cuerpo, mi instinto me decía que la única solución temporal para evitar que murieras así era cortar brevemente partes de tu cuerpo...- jamás en la vida estuve tan impactado por algo. 

Siempre pensé que estaría preparado para cualquier cosa que pasara o que me dijeran, pero tal parece que no era así.

No respondí, no dije nada, pero no porque no quisiera, sino porque realmente no sabía qué decir.

Regresé a mirar a Aspen; su aroma intenso había disminuido en gran medida, tanto que, de no ser porque soy su destinado, ni siquiera podría olerlo. Incluso la presencia de su alfa se había desvanecido casi por completo, así como la de mi Omega...

Y entonces, por primera vez en 6 meses, comencé a dudar sobre mi decisión. ¿Estaba preparado para dejar a mi Omega? No volver a escucharlo, o advertirme sobre algo, o recibir sus consejos...

- No te preocupes por mí, Yer- dijo con voz temblorosa-, voy a estar bien. Podré encontrarme con mi alfa en otra vida. Yo sé que no puedo forzarte a elegirlo, pero yo no puedo negarme a lo que me hace feliz. Y si tú te deshaces de mí entonces seguirás con tu vida... Y yo renaceré en otro cuerpo solo para buscarlo a él otra vez, porque así es el ciclo de la vida. Así es el destino.- sus palabras me causaron un frío que recorrió toda mi espalda y se hizo más intenso en mi pecho.

Esta vida era muy cruel, tenía que decidir otra vez algo que no quería decidir, pero que era mi deber hacer. No quería deshacerme de mi Omega, pero tampoco quería aceptar a Aspen.

Mr. Iceberg [Omegaverse] ★Secuela de "Sonrisa Nueva"★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora