—¡Joven Genya, no puedo hacer eso! No está bien fingir cosas que no sientes —dijo Rengoku negándose.
El menor de los Shinazugawa había tomado el atrevimiento de preguntarle a su maestro de historia si podía iniciar una conversación íntima con sus compañeros (hombres) de trabajo. Siendo esta con el objetivo de preguntar abiertamente quién era el interés amoroso de cada uno.
Y al llevarse muy bien Kyojuro con Kanae, creyó que podría pedirle que afirmara sentir algo más allá del compañerismo hacia ella. A lo cuál, el rubio se negó rotundamente, argumentando que no está bien "jugar" con los sentimientos de las personas.
Genya no quería tener que explicarle el motivo por el que le pedía esto tan encarecidamente. Ya que una vez sabiéndolo, muy seguramente terminaría mencionándolo en la conversación que le estaban solicitando. Puesto que el rubio no conocía el concepto de discreción y tampoco sabía mentir. Aquello en ocasiones resultaba tierno, y en otras contraproducente.
—Por favor, Rengoku-sensei. Es por una muy buena causa —le dijo ahora Tanjiro, el alumno favorito de casi todos los profesores.
—¿Cuál es el propósito de aparentar atracción sentimental por mi compañera? —preguntó alzando la voz, como casi siempre.
—Solo necesitamos que lo haga, por favor —suplicó el pelirrojo usando ojos de cachorrito y juntando sus manos en una posición en la que parecía que iba a rezar.
—¡No estoy seguro de si esto traiga los resultados que esperan!
—Por favor, funcionará. Se lo pido, ¡limpiaré el salón de clases por una semana! —ofreció Genya en un intento desesperado.
Finalmente, el rubio suspiró y les mostró una sonrisa ligeramente forzada. Para después decir —: Los ayudaré, y no es necesario que haga la limpieza solo joven Shinazugawa.
—¡MUCHAS GRACIAS, no tiene idea de lo mucho que nos ayuda! —dijeron ambos a la vez.
El más alto asintió y se retiró del aula.
Dejando al par de muchachos felices y determinados.—Ahora sólo queda esperar a que la conversación llegue —dijo el pelinegro.
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—Iguro, Kyojuro y yo queremos salir hoy en la noche, ¿qué dices? —le preguntó Uzui pasando su gran brazo atrás del respaldo de la del más bajo.
—¿Adónde van a ir? —cuestionó tan serio como siempre.
—A algún café o... A un lugar más interesante —afirmó el que había propuesto el plan con una sonrisa coqueta.
—No lo sé, tengo novia Uzui...
—Podemos solo ir y beber un poco.
Una copa no afecta a nadie.—Tendría que pensarlo —Obanai dio su última palabra dudoso.
—Hmm, ahora que recuerdo: además de la novia del enano, no sabemos nada de la vida amorosa de ninguno de ustedes —dijo refiriéndose a sus demás compañeros.
—¿Qué quieres saber? —preguntó Gyomei.
—No lo sé. Tal vez si tienen novia o hay alguna mujer que les interese —mencionó despreocupado.
En ese momento, Rengoku dio un pequeño suspiro: Tengen había comenzado la conversación íntima que Genya tanto le había insistido. Y ya que había prometido ayudarlo con anterioridad, ahora sólo tenía que revelar su falso interés en Kanae.
—A mí me gusta alguien —afirmó lo más convincente que pudo.
—¿Quién es, mi extravagante amigo?
—La maestra de biología —aseguró en voz baja considerando el tono en el que siempre hablaba.
Sanemi quedó paralizado. No podía creerlo. No podía ni quería creer que alguien más estuviese interesado en ella.
Pero su estado de shock no fue visible para nadie dentro de la sala.—No está mal. ¿Y a ti, Tomioka?
—Yo... Tengo una relación desde hace un tiempo —esto impactó a todos los presentes. Nadie se lo esperaba.
—No creí que alguien como tú estuviera interesado en el amor —dijo el docente que carecía del sentido de la vista.
El resto de la conversación, el albino no estuvo presente al menos en mente. Pues su cuerpo seguía ahí, aunque no prestaba el más mínimo de atención en la plática.
Tanto divagó en sus pensamientos, que no notó cuando los demás se levantaron de sus asientos para ir a sus respectivas clases.
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Al término de las actividades escolares, el novio de Kanata decidió visitar a su hermano. Que para su sorpresa, hoy no jugaba videojuegos ni dialogaba con su 𝘤𝘳𝘶𝘴𝘩. Esto fue raro para Genya, sin embargo prefirió esperar a que Sanemi se lo dijera —si es que planeaba hacerlo—.
—Necesito contarte algo —comentó rompiendo el silencio.
—Me tomaste desprevenido, ¿qué pasó?
—Hoy... Me enteré de que a Rengoku le interesa ella —manifestó con fastidio.
—¿Y qué planeas hacer? ¿Sigues con la decisión de quedarte callado?
—Yo... No lo sé.
—Si no le dices ahora, puede que pierdas la oportunidad.
—¿Y si a ella le gusta ese rubio gritón?
—Yo creo que le gustas tú.
—¿Cómo lo sabes?
—Solo basta con poner atención a cómo se miran, a cómo te sonríe, cómo se pone nerviosa cuando estás físicamente cerca.
—¿Tú crees?
—Si no lo pensara no te lo diría.
PERO, no puedo obligarte a hacer algo que no quieres. Así que dependerá de ti decirle o no.—No estoy seguro.
—Yo en lo personal, no creo que le guste el maestro de historia. Creo que mas bien, el que realmente le interesa es el de matemáticas.
—. . .
—No voy a presionarte. Haz lo que creas mejor —dicho esto, se levantó de su silla y caminó hasta llegar a la puerta. Para antes dedicarle una última sonrisa de boca cerrada y tomar la manija para darle vuelta.
Dejando al mayor solo. Quien alzó la mirada y dirigiéndose al cielo preguntó —: Tú que eres el creador —o al menos se supone—, ¿qué debo hacer?
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Volver a amar. [SaneKana].
FanfictionSINOPSIS. Sanemi había sido víctima de una infidelidad por parte de su novia, quien ahora ya no formaría parte de su vida; y tras superar tal decepción, se decide a mudarse a otra ciudad y comenzar desde cero una nueva vida, en la que conoce...