Shinazugawa estaba determinado a decírselo. Realmente no sabía con certeza de dónde había sacado el valor para plantarse frente a la puerta de la sala de profesores y soltar todo aquello que llevaba meses guardando.
¿Temía por el resultado? Sí.
Temía con toda el alma, pero la sola idea de imaginar a Rengoku Kyojuro cerca de ella e incluso besándola, le hacía hervir la sangre.
Estaba seguro de que no iba a poder soportarlo.Inspiró hondo y finalmente tomó el picaporte, listo para entrar.
—¿Quién es? —dijo la mujer, que se encontraba ordenando unos papeles.
A lo que él simplemente se acercó hasta quedar a exactamente metro y medio de distancia. Ansioso, nervioso, incómodo, sudado, con la mente nublada por no saber qué palabras usar.
—¿Sanemi-san, pasa algo?
—Yo... Necesito decirte una cosa —dijo luego de tomar un largo y profundo suspiro de rendición.
Su corazón estaba a un segundo de estallar y no sabía cómo explicarse.
Quedaron frente a frente, pero manteniendo la distancia.—¿Sí?
—No tenía pensado hacer esto, pero...
Si voy a sufrir, que sea rápido —mencionó esto último más que nada para sí mismo. A lo que su compañera lo miró confusa: no entendía a qué se refería o a qué quería llegar.—Kanae, tú me gustas. Me gustas mucho; más que lo que estoy dispuesto a admitir.
Tenía tres años sin sentir esta sensación.
Me mudé a Yoshiwara porque precisamente hace esos tres años pasé por un problema que me destrozó internamente.Te seré sincero. Cuando te conocí, desde el principio quise alejarme. Me gustaste desde el primer momento.
Todos los días a todas horas te tenía en mi cabeza. No podía sacarte de ahí. Sentía un temor inexplicable a perderte de algún modo, pero a la vez tenía mucho miedo de volver a sentir —el peliblanco se acercaba más a ella con cada paso que daba, hasta el punto de poder acariciar la mejilla de su contraria con el dorso de su mano. De una manera tan delicada que incluso parecía que temía romperla—. Te amo por sobre todas las cosas, y mataría a cualquiera que se atreva a lastimarte.
Te amo como no tienes una maldita idea. Adoro perderme en el color de tus ojos, ver esa sonrisa tan hermosa que me acelera el corazón, admirar esos labios que muero por probar, y por hacer míos.
Kanae en ningún momento dijo nada, por lo que el más alto pensó que lo iba a rechazar y a decir que solo lo quería como amigo o lo veía como un compañero.
Esperaba la cachetada emocional cerrando los ojos con fuerza y esbozando una pequeña mueca de dolor desviando la vista, además de retirar su mano, esperando por el impacto.Sin embargo, aquello nunca llegó.
—Sanemi.
—¿Um?
—Por favor, mírame —pidió amablemente.
El hombre hizo lo solicitado, por lo que ella siguió.
Sujetó con ambas manos su rostro, acariciándolo con ternura—: Esperaba que me lo dijeras.
También me gustas. Mucho.Lo siguiente que sintió el albino fueron los labios de la morena sobre los suyos; y aunque estaba sorprendido no dudó ni un segundo en devolver el gesto, cediéndole a ella el control dándole un beso tierno y permitiéndole abrazarlo tímidamente por el cuello.
De un momento a otro el más alto subió sus manos desde su cadera hasta su cintura acercándola más a él y tomando control de aquella tierna muestra de afecto, moviendo sus labios sobre los ajenos con cada vez más desespero, convirtiéndolo poco a poco en un beso lleno de deseo y lujuria.
Kanae se sorprendió por esto y lo dejó continuar un poco más para luego acariciarle la mejilla lo cual hizo reaccionar al contrario. Que separó ligeramente sus labios de los de aquella mujer que tanto añoraba.
—Lo siento... Creo, que me dejé llevar — susurró con las mejillas sonrojadas y avergonzado.
—No te preocupes. No me molestó —respondió ella con el fin de disminuir la pequeña incomodidad del peliplateado para luego darle un tierno beso en la mejilla izquierda.
—Ahora puedo confirmarlo —susurró contra sus labios. Las narices de ambos se encontraban muy cerca y él se encargaba de rozarlas muy suavemente.
Logrando que su aliento chocara directamente contra la piel blanca y tersa de su acompañante, enviando escalofríos al resto de su cuerpo.—¿Qué cosa?
—Tus labios saben a menta.
—Fufufu. Puedes probarlos cuando quieras —dijo bajando un poco la vista y con ello, la cabeza.
Shinazugawa colocó su dedo índice debajo del mentón de la mujer y seguidamente lo levantó con una suavidad anormal en él, para después verla a los ojos y preguntar—: Kanae,... ¿Quieres salir conmigo?
—Por supuesto —habiéndolo confirmado, el de las cicatrices le dio un pequeño beso en los labios. Lo que hizo sonrojar a su ahora novia.
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Volver a amar. [SaneKana].
Fiksi PenggemarSINOPSIS. Sanemi había sido víctima de una infidelidad por parte de su novia, quien ahora ya no formaría parte de su vida; y tras superar tal decepción, se decide a mudarse a otra ciudad y comenzar desde cero una nueva vida, en la que conoce...