Capítulo 7

230 12 0
                                    


En este punto, Effetri tenía miedo. El placer venía del pezón que tocaba su dedo por todas partes, envolviendo suavemente su pecho y tocándolo. No quería sentirse una idiota que no sabía nada.

Sobre todo, mirarlo explorando su pecho con tanta concentración. Grandio se concentró en su pecho durante mucho tiempo.

-¡Bueno, eso, eso es suficiente...!

La mano de Grandio seguía aferrada a su pecho, incluso después de un patético grito.

-Effetri, ¿puedo probar esto?

-¿Qué, qué?

-Huele bien. Parece delicioso.

-¡No, no! ¡No...!

Grandio abrió la boca y le mordió el pecho.

«Si vas a hacer esto, no preguntes, ¿por qué preguntas si no vas a escuchar?»

Lo chupó y saboreó el sabor. Sus ojos dorados, como tarros de miel, se abrieron de par en par y luego se doblaron por la mitad y sonrieron.

Su pecho fue absorbido por su suave boca con un aliento caliente. No estaba segura de qué hacer con la creciente excitación y lo agarró del pelo.

-Uf, ah.

Cada vez que un gemido escapaba de su boca, Grandio lamía y chupaba con fuerza su pecho para ver si le gustaba. Cuando su lengua caliente y gruesa tocó su pecho, un escalofrío recorrió su cuerpo y echó la cabeza hacia atrás.

-¡Ah, ah, ah, ah!

El pezón acababa de ser succionado, pero ¿qué es esta sensación? La tentadora caricia de su pecho hizo que Effetri se alejara sin sentirlo. Su cintura se movía sutilmente como si estuviera fuera de su control y se pegaba a sus piernas.

-Effetri, ahora es muy... Es raro.

-Bueno, quiero decir. Es suficiente...

-Está húmedo aquí. ¿Necesita Effetri algo pegajoso como yo para estar bien?

-¡No, no...! ¡Ugh!

Un dedo largo se clavó en sus piernas y alisó su ropa interior mojada. Miró el líquido pegajoso en su dedo e hizo una expresión de comprensión en su rostro.

-A Effetri se le da bien mentir. No le creo aunque diga que no. Les gusta como a mí.

Grandio sonrió con una cara bonita y pronunció palabras pervertidas.

-Huele bien, es dulce. Quiero seguir probándolo...

Dijo, mirando al Effetri desde una distancia cercana como si estuviera a punto de llegar a su pecho. Parecía nervioso, como si estuviera pidiendo permiso ahora.

-Ya lo has probado.

-Un poco más... Me siento extrañamente bien. Más que antes...

Effetri tragó.

«¿Me comerá así? Tal vez no sabe lo que está haciendo ahora».

-Grandio, este acto... Quiero decir, tienes que amar, no, lo haces con alguien que amas.

-¡Te amo. Te amo, Effetri!

-¡Estás loco! Eso no es lo que estoy diciendo.

Él la miró con un gran parpadeo. Effetri renunció a darle explicaciones. No estaba mal otra vez. Sí, de todas formas nunca se ha casado ni lo ha intentado.

«¿No sería mejor hacerlo con un hombre guapo si vas a usarlo?»

-Te voy a enseñar lo que es el amor. Entonces, ¿puedes soltar esa mano? -dijo Effetri, mirando la mano que le tendía.

Miénteme pinochoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora