9. Deberías dejarme sentirlo alguna vez.

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Una vez más, Dejun perdió la noción del tiempo mientras que los labios de Yuta se movían sobre los suyos, solo paraban de vez en cuando para recuperar el aliento y poder continuar. Cuando finalmente se sintió demasiado abrumado, coloco sus manos sobre el pecho de Yuta y lo empujo ligeramente para que se separaran. Acaricio un poco más el cabello del otro chico y se inclinó hacia atrás para tomar un respiro.

- ¿Y bien? ¿Sigo besando regular? ‒ Dejun no pudo aguantar la carcajada que broto desde su garganta. No sabiendo si esta fue producto de la pregunta del otro o de los nervios que había estado acumulando desde que Shohei mencionó que el pelirrojo estaba ahí.

- ¡Eres un tonto! ‒ Dijo el chino entre risas, mientras empujaba al pelirrojo para poder incorporarse. Yuta se alejó, pero mantuvo su mirada en Dejun, como si lo estuviera estudiando. ‒ ¿Qué?

- Nunca te había escuchado reír. ‒ Yuta se acomodó sobre la mesa en la que Dejun había estado antes. ‒ No ríes muy seguido. ‒ Afirmó y tomó la mano de Dejun para jalarlo hacia el y que esta vez fuera el más bajito el que quedara entre sus piernas. Ya acomodados, el japonés pasó sus manos por el cabello del otro, removiendo el flequillo de su frente. Paseó sus dedos por sus cejas, por las comisuras de sus ojos y el área de las ojeras. Continúo acariciando sus mejillas y delineando su nariz con uno de sus dedos. Finalmente dejo una pequeña caricia sobre sus labios. ‒ Eres muy bonito Dejun.

- Suelo reír bastante, pero no lo notas, porque no pasamos tiempo juntos nunca. ‒ Contestó en voz baja.

- No lo haces, no como acabas de hacerlo. ‒ El chico pelirrojo pellizco con suavidad la mejilla del otro. ‒ No pasamos tiempo juntos, pero te veo. Te veo siendo molesto por ahí todos los días con la tonta de Karina y sé que no ríes así casi nunca. ‒ Dejun nunca había pensado en la posibilidad de que Yuta lo observara, por lo que el saber que de hecho, lo hacía, lo hizo sentir abrumado y avergonzado a la vez.

- Supongo que entonces no lo hago. ‒ Murmuro el chino, mientras que tomaba un poco de distancia con el pelirrojo. No sabía porque, pero repentinamente sentía la necesidad de salir de la pequeña bodega. ‒ Creo que deberíamos de regresar con los demás, ¿No tenían que ordenar este lugar?

- Lo que sea. ‒ Dejun miró a Yuta y este ahora parecía estar irritado, por lo que prefirió no responderle y solo asentir y encaminarse a la puerta. Tomó la perilla en sus manos para poder abrir y salir a donde se encontraban los demás, cuando escucho nuevamente la voz del japones, que ya se encontraba junto a él, listo para salir también. ‒ Solo uno más.

- ¿Uno más? ‒ Preguntó, pues no entendía a que se refería el otro.

- Un beso más. ‒ Aclaró el japonés. Dejun se lo pensó un poco, para después pasar sus brazos tras el cuello de Yuta y unir sus labios una vez más en un pequeño beso. Bajó sus brazos del cuello del más alto y finalmente giró la perilla y salió al pequeño huerto, con los demás. dirigiéndose inmediatamente a su amiga para que pudieran volver a su aula.

+++

Dejun y Karina recorrían de manera apresurada las calles de la ciudad. Sabían qué tenían que apresurarse o se iban a meter en problemas con sus madres, ni siquiera tenían que estar ahí, se suponía que estaban en el centro comercial cercano a su casa, pero claramente no estaban en ese lugar.

Ellos habían planeado este salida unas semanas antes, se habían puesto de acuerdo para la mentira que iban a contar para obtener el permiso y habían sido muy cuidadosos con respecto al tiempo que iban a utilizar, para que no se viera sospechoso, así que tenían el tiempo exacto. Se adentraron en una calle un poco sola y finalmente dieron con el local que estaban buscando. Tocaron la ventana cuatro veces como les habían dicho y esperaron unos segundos. Un hombre, que seguramente se encontraba alrededor de los 30 años les abrió la puerta y después de revisar que no hubiera nadie más en la calle, los dejo pasar. Ambos ingresaron al lugar y el hombre inmediatamente cerro la puerta. Se encontraron frente a una gran vitrina llena con piercings de todos los colores, tamaños y formas; y junto a la vitrina se encontraban varios cuadros con diseños de tatuajes que, Dejun suponía, eran trabajos anteriores que habían hecho en el local.

Je te dédie la lune (Yuxiao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora