Capitulo tres

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Ariel había invitado a Azahara a ir a las reuniones que ellos tenían todas las noches, y aunque al principio se había negado, después de todas las súplicas por parte de la ojiazul terminó por aceptar.

Sus ojos se cerraron mientras que su boca se abría exageradamente dejando salir un bostezo, sacó su teléfono del bolsillo de la chaqueta y abrió los ojos cuando vio que eran las dos de la mañana.

—Oye, ¿Aquí no hay punto de queda o algo así?

—¿Punto de que?

Todos parecían confundidos por las palabras de la pelirroja, quien pensó que quizás en el submundo no existían las mismas palabras que en el suyo. Cosa que descarto cuando katherine hablo.

—Si que lo hay, de hecho después de la cena todos deberían irse a sus habitaciones, pero nosotros tenemos privilegios, ¿sabes?— Señaló con la mirada a Ariel, quien se enrojeció de vergüenza.

—¡No digas eso, Kath!— Después miro a su nueva amiga— No le hagas caso, no me gusta que la gente se piense que utilizo el hecho de que mi madre sea la directora a mi favor.

—Tranquila, igualmente si mi madre fuese la directora de un sitio así también haría esto— Admitió riéndose, al igual que todos.

—Creo que es hora de irse cada uno a su habitación— Azahara agradeció internamente. Podían haberse hecho las seis de la mañana y ella nunca hubiese dicho de irse a sus habitaciones, no se creía quien para hacerlo.

—Estoy de acuerdo— Dijo, aunque no se veía capaz de decir lo anterior, para mencionar al menos esas palabras sentía que ya tenía algo de confianza.

Todos se levantaron deshaciendo el círculo que habían formado en la alfombra del suelo, solo Izaac y Donovan se quedaron en esa habitación ya que era la suya.

Las tres chicas salieron del cuarto cerrando la puerta con cuidado de no hacer ruido.

Para la sorpresa de Azahara, la habitación de Katherine, su nueva amiga, era la que estaba al lado de la suya, al no haberla visto nunca pensó que sus habitaciones estarían bastante alejadas.

—Mañana nos vemos— Se despidió antes de introducir la llave en la cerradura, dio unas vueltas y entró en la habitación sin decir nada más.

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El horrible sonido del despertador sonó por toda la habitación, Azahara solo se despertó con pereza como hacía todas las mañanas para ir al instituto, en cambio Ariel parecía aturdida por el sonido.

—¿¡Que narices es eso?!— Pregunto molesta tapándose la cara con la almohada.

—¿Eh? Pues una alarma— Respondió sin más, para ella ese sonido era como una comida diaria.

—Pero, como va a ser eso una alarma, parece más bien un aviso por tsunami o algo así.

—¿Y como quieres que sea una alarma? No me voy a poner un canto angelical, si pongo eso no me despierto nunca— Ya se había metido al baño y empezaba a lavarse los dientes con un cepillo provisional que le habían entregado.

—Pues mi alarma si que es de sonidos angelicales— Admitió y pocos segundos después su alarma empezó a sonar, y como ya había dicho, eran unos cantos angelicales.

Azahara no lo pudo evitar y una sonora carcajada salió de su boca, la paró de inmediato y se disculpó.

—¿Puedes dejarme algo de ropa? Por favor— Le pidió saliendo del baño mientras se secaba el agua de la boca con sus muñecas— No quiero utilizar lo mismo que ayer.

Los tres reinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora