Capítulo 3

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Perspectiva de Memo:

Un nuevo día llegó, me desperté en mi cama, miré alrededor algo confundido. Al parecer me quedé bloqueado desde que llegamos al hotel, pues solo recuerdo haber ido hasta mi cuarto sin pensar, sin hablar, como si estuviera en "piloto automático".

Negué levemente riéndome por mis propios pensamientos, me levanté de la cama y me fui al baño que se encontraba en el cuarto. Me metí a bañar, sentí algo frío el agua pero después se calentó rápidamente, no me había dado cuenta de que dormí con el uniforme hasta que entré a la ducha.

Terminando de bañarme me coloqué una toalla en la cintura y agarré otra para secarme mis rizos, caminé a mi habitación y me dispuse a cambiarme.

–Hasta que despiertas, ya pensaba echarte agua fría para levantarte– miré a Guardado y reí levemente.

–Lo siento, sabes que tengo el sueño pesado, además con lo ayer todo se me hizo pesado– contesté algo apenado.

–Tranquilo, te entiendo– sonrío comprensivo y me dio una palmada en la espalda– por cierto, te ves bien con ese pantalón ajustado– me dijo burlón mientras me guiñaba un ojo.

– ¿Ah, si? Pues mejor deberías ir con los demás en ves de sabrosearme, tengo novio– le dije con el mismo tono de burla, solemos hacernos esas bromas aunque no tan seguido por los celos de Lio.

Recordar que tuve una pelea con él me hizo sentir algo triste, pero mis pensamientos se vieron interrumpidos por las risas de Andres provocando que me riera yo también.

–Bueno, bueno. Te espero con los chicos en lo que terminas de arreglarte– asentí a lo que él se salió.

Terminando de secar mis rizos, salí del cuarto encontrándome con toda la selección que me miraban como esperando un saludo. Sonreí y les deseé los buenos días a lo que me respondieron igual y me dieron un abrazo, muchas veces se comportan como mis hijos, pero a su vez hay ocasiones en las que parecen hermanos celosos.

Decidimos bajar al restaurante del hotel para desayunar todos juntos, hoy tocaba entrenamiento y esta vez seria muy duro, debido al partido de ayer. No vimos a nuestro director técnico lo que agradecimos todos, estábamos molestos por el cambio repentino que hizo el Tata y no queríamos verlo por ahora.

Nos sentamos en una mesa, cada quien pidió su desayuno y nos pusimos a comer. Algunos hablaban, otros estaban en sus celulares y otros estaban comiendo nada más, yo era de esos pues no me apetecía hablar mucho y tampoco quería revisar mis redes sociales sabiendo los comentarios de la gente.

De repente, se escuchan muchos murmullos y alguno que otro grito, volteamos a ver y era la selección de Argentina. Algunos estaban festejando todavía y nos hacían burlas, otros estaban soltando quejidos e insultos a los otros pues se notaba que tenían resaca. Busqué la mirada de mi amado, al encontrarla le sonreí levemente mientras sacudía mi mano en forma de saludo, me miró fijamente y solo hizo el mismo gesto de mala gana.

Solté un suspiro, decidí terminar mi desayuno lo más pronto posible, dije una excusa y salí de ahí algo dolido por la reacción de Lio.

Perspectiva de Lionel:

Desperté en el suelo, tenía una resaca horrible y no recordé nada de lo que sucedió después de cinco tragos. Me levanté con cuidado para no marearme, alrededor de mi habían varias botellas y uno que otro compañero dormido en el suelo al igual que yo.

Reí levemente al ver que algunos tenían escritos palabras groseras y dibujos obscenos, me dirigí a mi habitación con cuidado para ir al baño, me miré al espejo y agradecí no estar pintado. Aún estaba un tanto adormilado por lo que me dispuse a bañarme con agua fría, cosa que no me agrada pero me ayuda a mantenerme despierto.

¡Maldito Chapulín!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora