act fool. ─ spruan.

─⠀⠀Sentidos naturales.

⠀⠀Giraba lentamente y sin fuerza el destornillador, intentando poner aquel tornillo largo desde hace rato. Pensaba en todo lo que había sucedido la noche anterior. No se suponía que hubieran sentimientos de por medio, ¡eso claramente había sido algo más allá de lo lujurioso!

Los abrazos que ambos se brindaron, los toques que compartieron, todo fue incluso más… personal que siempre. Se sintió completamente tentado en caer en plena locura cuando Juan acariciaba su rostro, y el respondía mimando su cintura. Se sintió absolutamente patético.

Se sentía absolutamente débil, ¿por qué mierda se sentía así? Ante la desolación de no saber qué pensar también comprendía que era su mente quien peor se la dejaba. Él debía entenderse a él mismo, dejar de lado lo que sentía su "corazón" ─puras estupideces, los sentimientos eran algo mental, pensaba Spreen─ y seguir su mente.

Pero, como dije, incluso sus pensamientos que se tornaban poco a poco más rápidos y dolorosos, eran los que menos podía seguir en ese momento: lo confundían más, lo entorpecían aún más, ante tantas palabras que no sería capaz de decir en voz alta, tantas frases y recuerdos que ni siquiera pensaba algún día traerlos de nuevo.

La voz del hechicero resonaba en su mente, el calor de las finas manos del castaño en su rostro, sus ojos dulces mirándolos empañados en lágrimas excitantes, sus labios refrescantes que traían consigo un millón de explosiones en su estómago y cerebro. Juan lo hacía sentir más allá de lo que nunca sintió, y si bien debería sentir las "mariposas en el estómago" ─más estupideces, según Spreen─, sentía un millón de apuñaladas absolutamente violentas.

Lo hacía sentir torpe al no saber dónde poner sus manos, dónde apoyar sus labios, cómo explicar esos pensamientos.

─¡La puta madre! ─Hablando de torpeza…

─Amigo, ¿estás bien? ─Betra tomó con rapidez la mano del oso, observando el fino hilo de sangre que comenzaba a salir de su palma. Estaba tan metido en sus pensamientos que no había siquiera estado haciendo bien su trabajo, y el destornillador terminó por safarse y clavarse en su mano.

─Sí, no es nada. Es una boludes.

─Amigo, te hiciste un agujero en la mano, ¿cómo que una "boludes", pedazo de pelotudo?

Spreen bufó cuando el enmascarado anaranjado sacó de su mochila unas vendas y comenzó a rodear su mano.

─No es para tanto, vieja.

─La que me cogí, estúpido. Eu, fuera de joda, llevás desde la mañana re raro, ¿estás bien?

"¿Estás bien, oso?", le había preguntado aquella mañana Juan, cuando él se quedó completamente callado mirando al suelo en cuanto se vio a él mismo a punto de abrazar a Juan mientras dormían.

¿Qué mierda le pasaba? Se suponía que su única preocupación era Pelusa y la plata, nada más. Sí, quería a sus amigos y le importaban, pero eran eso nada más: amigos. Personas que van y vienen, que pronto se alejarían de él o lo que sea.