Capítulo 8

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Al día siguiente fuimos a la playa, estuve en la orilla junto a Kiri durante mucho tiempo, mientras que ella observaba el reflejo del mar por el sol. Está acostada sobre la arena, dentro del mar, demasiado entretenida como para infiltrarme en su burbuja.

Estoy tomando sol, recordando cómo era todo antes de los problemas con las personas del cielo.

Fue hace un año cuando Neteyam estaba muy preocupado de no ser lo suficientemente buen guerrero como su padre, pues las misiones reales ya estaban apareciendo: ya no era solo entrenamiento. Él, Loak y yo salíamos al bosque y peleábamos, siempre entre Loak y yo eran peleas bruscas y fuertes, entre él y Neteyam de igual manera, pero entre Neteyam y yo... era como si evitaramos herirnos el uno al otro.

Una vez él saltó por encima mío y yo lo esquivé haciendo que impactara contra un árbol, corrí de inmediato hasta él.

—¿Estás bien?—pregunté tocando su rostro, ayudándolo a incorporarse.

Él parecía avergonzado, pasaba su mirada sobre Loak y luego sobre mí, y cuando volteo a Loak, lo veo a punto de estallar en una carcajada.

—Idiota—le digo.

—Pero...—dice Loak sin contener sus risas—¡se supone que estamos entrenando! es obvio que uno terminará algo adolorido.

Ahora yo también me siento avergonzada por haber sido muy obvia al preocuparme así por Neteyam.

Esos recuerdos me sacan una amarga sonrisa, porque en comparación de ese entonces con el presente, no habíamos sufrido tanto. Nuestro pueblo no había sufrido tanto.

—¿Qué está haciendo?—abro los ojos al escuchar la voz de Aonung.

—Yo que sé—responde Rotxo. Ambos vienen en compañía de sus amigos. Dejo de abrazar mis piernas para ponerme de pie. Estoy en un punto en el que ellos no me pueden ver.

—¿Solo está viendo la arena?—se burla el otro. Frunzo mi ceño y me acerco a ellos.

Kiri se da cuenta de la presencia de ellos y sale del agua para arrodillarse sobre la arena.

—¿Qué?—pregunta volviendo a la realidad—¿qué dijeron?—casi podía sonreír.

—Que tú eres como... rara—responde Aonung.

Kiri se pone de pie, dejando de sonreír.

—Sí, eres rara—ataca Rotxo.

Aparezco detrás de ellos y camino hasta acercarme más a Kiri.

—No...—es todo lo que dice Kiri antes de comenzar a caminar.

—Son unos idiotas, descerebrados mentales—les digo hasta estar cerca de Kiri.

—¿Pero, segura que no es rara? Tiene cinco dedos, ni siquiera es una na'vi—ataca Aonung, aún siguiéndonos—mira esas manos—toma la mano de Kiri y de inmediato le gruño, mostrando mis colmillos.

—¡Oye!—grita Loak viniendo de entre los árboles hasta la marea—déjalas en paz, pescadito.

—Otro freak de cuatro dedos—se vuelve a burlar Aonung, y empuja a Loak hacia atrás, y de inmediato uno de los amigos de Aonung jala la cola de Loak.

—No me toques—le advierte el Sully, pero nadie le hace caso porque lo comienzan a intimidar entre todos.

Lo malo de Loak es que muchas veces actúa sin pensar, hace un movimiento y luego, no tiene idea de qué hacer. Solo actúa y ya. A veces también eso es lo que nos divierte de él.

Rodeo los ojos cansada de escuchar las burlas de esos imbéciles.

—Son unos desgraciados—bufo lo suficientemente alto como para que me escuchen, sé que tuve éxito cuando algunos me miraron con molestia. Pero eso no hace que dejen de molestar a Loak.

NeteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora