Las Cosas Como Son

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Ni Miya Atsumu sabe por qué sigue hablando con él. Ni siquiera el mismo Shouyou tiene idea de qué carajos le pasa por la cabeza.

Pero ahí estaban.

En una instalación de la historia del ganado Wagyu que recién abrieron en el museo de fotografía que estaba en Taito. Ambos gastaron más en los pasajes de tren que lo que gastan en comida a la semana, pero, por alguna razón, no les importó mucho. En especial a Atsumu, que sólo gasta en un par de frutas para hacerse jugos y no morir de agotamiento.

Miya Atsumu, descubrió Shouyou, es buena compañía.

Cuando no está a punto de morir por inanición, su personalidad es magnética. No sabe exactamente por qué; si es por sus chistes de secundaria o porque tiene una voz muy agradable. Tal vez sea todo eso junto y que no deja de pensar en la sensación de sus colmillos perforándole lentamente la piel y el suave mareo que le vino después de que se bebiera su sangre. Será también que, a pesar del embarazoso incidente en el hospital, Atsumu no le ha mirado con más que seguridad.

Es un tipo bastante seguro para llamarse a sí mismo chupasangre y no sonrojarse de la pena en el momento.

"Entonces..."

"Ah, ¿ya quieres que te hable de eso?"

Eso siendo la ridícula declaración que le hizo sobre su cama.

"Si ya estás listo".

Pero, a pesar de la seguridad con la que caminaba y la condescendencia con la que se dirigía a él, ahora Miya Atsumu se ha puesto esquivo y mejor dirige su atención a las bolsas de cuero de la exposición.

No debió salvar del hambre a este vampiro petulante.

"Pues... ¿Qué más quieres que te diga? Ya te revelé lo que soy, nunca le había dicho eso a alguien que no fuera mi amigo".

"Bueno, agradezco el grandísimo honor, pero eso no me es explicación suficiente. ¿Esperas que te crea? Soy médico, yo sé..."

"No eres médico todavía. Eres estudiante de medicina. Todos son así, ¿verdad?"

Bueno, tenía que darle la razón esta vez. Había caído en la trampa del ego.

"Ya, soy un estudiante nada más. Pero sé una cosa o dos y sé que no somos hematófagos".

Si las miradas pudieran dar bofetadas, sin duda la mirada de Miya Atsumu le hubiera dado varias en ese momento. Se sintió como si hubiera dicho la cosa más estúpida del mundo. Como si hubiera negado que venimos de África o que no necesitamos aire para vivir.

"Bueno, ¿qué puedo esperar de un simple humano?"

"¿Disculpa? ¿Y tú qué vienes siendo?"

La exhibición constaba de dos habitaciones; en la primera, exponían modelos de tamaño real de los diferentes tipos de Wagyu y fotografías que documentaban su llegada al país y la evolución de la raza a lo largo de los años, y la segunda estaban instalados puestos de comerciantes que daban explicaciones largas y detalladas de sus productos y de la relevancia histórica que ha tenido la raza en las áreas rurales de Okinawa. Las esculturas y modelos de taxidermia estaban cubiertos con paredes de vidrio y debajo de estos, la iluminación era abundante, permitiendo observar los detalles.

No sabe si fueron los cristales que les reflejaban la mayoría de la luz de la exhibición o que la mirada de Atsumu sí era así de fiera siempre.

Le recordó al día del accidente cuando, hambriento, le echó el ojo y estaba decidido a arrojársele de una vez y por todas.

"Bueno, no tenemos ni el derecho de que nombren a nuestra especie. Pero, si gustas, puedes llamarnos algo así como Homo hematophagous suena bien, ¿no?"

Carne sin sangre | Haikyuu FF! (MYHN | Vamp! Miya Atsumu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora