Le cuesta descifrar lo que piensa Atsumu. Con más frecuencia de la que le gustaría, se encuentra dándole vueltas a qué significó tal expresión, tal murmullo, tal mirada.
Cuando lo confrontó por ello, el chupasangre contestó honestamente que desde muy chico había aprendido a no expresar lo que sentía con su cara. "Mi madre me pedía encarecidamente que no hiciera muecas cuando alguien me ofreciera comida y, desde luego, que disimulara lo más posible el horrible sabor", le confesó tranquilamente mientras le preparaba comida, un hábito que Shouyou con gusto agradecía. "Me acostumbré muy rápido a sentir que me moría del asco, pero manteniendo mi lindo rostro siempre".
En la madrugada de ese día, serían las tres o las cuatro, se encontró a Atsumu sentado en la cama leyendo unas cosas en su teléfono. Parecía que tuviera un libro de cálculo abierto; es una tabla que abarca toda su pantalla y está llena de números, símbolos y letras.
"¿Te desperté?"
"No te encontré". Shouyou le responde.
Su espalda se veía amplia, sus hombros subían y bajaban lentamente acorde a su respiración; pacífica, tranquila, como quien está meditando. Su primer instinto fue alzar la mano para acariciar su piel lechosa, pero no lo hizo. Sabría que, de alguna manera u otra, lo tendría en sus manos al cabo de unos segundos.
"Pues... Buenos días, Shouyou-kun", le saluda, su vista todavía en el teléfono. Teclea algún mensaje que envía a alguien que no tiene guardado en sus contactos y, enseguida, le da toda su atención.
Atsumu le complace tal y como espera; le regala su mejor sonrisa, se arrastra en la cama hasta que le alcanza y le acapara por completo en un abrazo generoso que le saca el aire en una risita ahogada. Todos los detalles que espera, están ahí; sus mejillas sonrosadas, el besito que le deja en la cuenca de sus clavículas y el ronroneo al tenerle bien acurrucado, piel con piel.
"¿Quieres desayunar?"
Sin embargo, hay situaciones, como ésta, en las que Atsumu le deja ver lo que siente a través de su rostro. Es raro; la mayoría del tiempo, Atsumu es una máscara de piedra que se limita a una cantidad de expresiones que son necesarias; una sonrisa, cejas alzadas, un morro disgustado, lo más común. Pero, cuando están solos ellos dos y no hay nada que esconder, los ojos de Atsumu se vuelven suaves, el entrecejo se le relaja y sus colmillos se asoman.
El chupasangre viste su vergüenza como quien se cambia la ropa de calle por pijamas y acepta lo que Shouyou tiene para darle.
Sus besos.
Sus caricias.
Sus cumplidos.
Sus deseos.
Su sangre, por supuesto. Y sus lágrimas, de paso.
Y, agradeciendo siempre de antemano, Atsumu también le entrega a Shouyou todo lo que quiere. Porque Shouyou es ambicioso. Mucho. De ser posible, quisiera todo del chupasangre, todo lo que se pueda dar sin quedarse en los huesos, todo lo que se pueda aceptar sin sentirse culpable, o, bueno, no tanto. Pero, sobre todo, quisiera que nadie más que él escuchara todos esos "Gracias" tan viscerales que le consagra después de que comparten esos besos profundos y largos que Atsumu le da cuando se alimenta. Le vuelven loco.
Quisiera que ese sentimiento cuando le deja jadeante y mareado no se acabe nunca, pues no se siente tan vivo como entonces, con su corazón latiendo desbocado y los labios pulsando.
"Gracias, Shouyou-kun". Suspira Atsumu, su mano tapándole los ojos al humano y la otra buscando la caja de pañuelos que nunca puede faltar junto a su cama para limpiarse la boca en cuanto termine de comer. Actualmente, Shouyou ya no sufre tanto por su fobia y es precisamente el cuidado que tiene el chupasangre para no dispararle ningún miedo mientras se alimenta lo que ha contribuido enormemente para condicionarlo y ayudarle a pasar el mal trago que puede llegar a ser.
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Carne sin sangre | Haikyuu FF! (MYHN | Vamp! Miya Atsumu)
VampireCuando su madre y Osamu le advirtieron, sin ninguna intención de desalentarlo, que la vida universitaria para aquellos con sus necesidades iba a ser difícil, Atsumu no se imaginó que taaaaaaaaan difícil iba a ser. Pero llegó Shouyou a su vida y todo...