Dicen que la distancia es el olvido.
Dicen que el tiempo lo cura todo.
Y pareciera que sí es así. Podría, de hecho, afirmarlo. Ya no llora todos los días. Ya no se siente vacío. Ya no lo busca en otras personas. Ya no se pregunta si regresar y alejarse lo más que pueda de todo aquello que le recuerda a él.
Pero tampoco está que brinca de la felicidad. La mención de la palabra "amor" le sigue provocando una caída de su sonrisa. A veces le atrapa una vorágine de tristeza y no consigue esclarecer sus pensamientos. Las pequeñas alegrías de la vida son dulces, sin duda, pero no tanto como solían serlo cuando estaba con él.
La distancia sí es el olvido y el tiempo sí que lo cura todo, pero, como recuerda haberlo visto en materias pasadas, el daño puede ser mucho y para eso no hay un borrador mágico que se lleve los recuerdos.
Ya había pasado la etapa de estar comparando lo que sentía con "heridas" que Atsumu le había dejado, quedándose con "cicatrices" nada más. Pero, bueno, siempre rodeado de tanta teoría médica no puede evitar regresar a aquellas analogías que usaba en sus primeros años de universidad porque, seamos honestos, le siguen haciendo mucho sentido.
El problema es que ya no puede darse el lujo de estar pensando en Atsumu todo el tiempo.
Hay veces en que su día está tan ocupado que, cuando recuerda, el chupasangre no se le pasó ni una vez por la cabeza. Hay días en que, por más sangre que vea, huela y sienta manchando sus guantes, su nombre no le cruza la cabeza ni por accidente. Hay días en que olvida comer y, para la tarde ya se está muriendo, pero eso ya no le hace sentirse preocupado por otra persona que no sea él mismo.
Su vida ya no tiene lugar para él. Y eso duele.
Hay fines de semana que puede pasar descansando y en los que, desafortunadamente, su mente divaga hasta llegar a Atsumu. Y no puede evitar pensar en lo mucho que quisiera verlo otra vez, en lo mucho que quisiera marcar su número y arriesgarse a ser enviado a buzón de voz por enésima vez. En lo mucho que quisiera tenerlo en frente y se tragaría todo lo que quiere reclamarle con tal de tenerlo en sus brazos.
Hoy, domingo, encuentra especialmente difícil concentrarse en su tarea sin pensar en Atsumu. Antes solía estudiar con música, pero ahora cada canción, sin importar de qué trate, le recuerda al chupasangre. Después de pasar medio día dormido y la otra mitad comiendo y poniéndose al corriente con los temas que vio en la semana, ya llegadas las nueve se dispone a terminar con su lista de pendientes y avanzar lo más que se pueda con tareas para la semana y proyectos de final de semestre.
Como no queriendo la cosa, otros seis meses pasan sin que se de cuenta. Bueno, cinco y medio.
Hace más de un año que no sabe nada de Atsumu.
Y hace más de un año que se siente adormecido por absolutamente todo.
Ya dejó de preguntarse si alguna vez dejará de sentirse así, pues sabe que no le va a gustar la respuesta. Así que, con todo el ánimo del mundo, toma asiento en su escritorio y sus manos encuentran su lugar en el teclado de su computadora.
"Oye, Shouyou, voy a salir por una botella de té. ¿Quieres que te traiga algo?"
"Gracias, estoy bien". Le contesta a Kei, con quien ya lleva poco más de medio año viviendo. No sabe si le tuvo lástima por el estado tan deplorable en el que se encontraba después de la desaparición de Atsumu o que su departamento sí era el mejor precio en la zona, pero agradece que ahora estén juntos los dos. A pesar de vivir juntos, es raro que compartan más tiempo del necesario. Kei es mucho de encerrarse en su habitación por horas y de habitar los espacios en completo silencio sin nada más que un saludo cordial. "Con cuidado".
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Carne sin sangre | Haikyuu FF! (MYHN | Vamp! Miya Atsumu)
VampireCuando su madre y Osamu le advirtieron, sin ninguna intención de desalentarlo, que la vida universitaria para aquellos con sus necesidades iba a ser difícil, Atsumu no se imaginó que taaaaaaaaan difícil iba a ser. Pero llegó Shouyou a su vida y todo...