Capitulo 1: "lo mantenemos en secreto"

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Una noche, cuando  la ímpetu de un amor prohibido se prolongaba en los muros del castillo de Desembarcos del rey; se encontraban Lucerys Velaryon y Aemond Targaryen, escondidos en alguna habitación del castillo.

Los jóvenes príncipes solían merodear por el castillo cuando todos ya estaban durmiendo.
Buscando en la oscuridad lo que no podían hacer a plena luz del día.
Dónde libremente hablaban, reían o se besaban  hasta que les doliera los labios.

Esa noche estaban sentados en el suelo, uno al otro tan juntos que ambos podían solo escuchar el sonido de sus corazones latir, sus respiraciones agitadas al encontrarse tan juntos.

Lucerys había dicho en susurros suaves al oído de Aemond:
—Si pudiera detener el tiempo, tomaría este momento y lo haría para siempre.—Al mismo tiempo, bajo la luna llena, un fuego resplandecía a su alrededor; el fuego de dragón que llevaban en la sangre, bailaba envolviéndolos en una cálida noche.
La noche de los amantes.

Ahí mismo en penumbras Luke con un gesto lento acaricio la mejilla de Aemond, recorriendo hasta dónde se encontraba el zafiro incrustado; regalándole un beso en su cicatriz.
Aemond se estremecía por el toque.
Nunca nadie había tocado con tanto amor su cicatriz, nunca nadie la había besado.

La otra mano libre de Lucerys estaba siendo sujetada por la de Aemond.
En ese agarre solo podía decir: "te tengo y nunca te soltare." O eso parecía ya que no estaba dispuesto a soltar la mano de su dulce Lucerys.

Por su parte, Aemond imitó el toque.
Sostuvo la mejilla de Lucerys con su mano.
Su pulgar recorrió aquellas mejillas sonrojadas apenas perceptibles a la luz, pero tan suaves como la seda. "piel de ángel" solo podía pensar Aemond.

En ese momento, sujetados unos a los otros, su mirada chocó con el iris verde de Luke, sus pupilas estaban dilatadas.
Suspiro entre sus labios y pensó que no había ser más hermoso que aquellos ojos verdes.

Así mismo, su mirada cayó a los labios de Lucerys por un momento, deseando saborearlos en su boca.
Luke como si hubiera leído su mente lo atrajo hacia el besándolo, entrelazando sus bocas en un beso que latía dentro de ellos, con vehemencia.

Aemond suplicó a los Dioses que ese beso durara toda la vida o al menos toda la noche.
Pero los Dioses fueron cruel con el, haciendo que ese beso fuera el último.

Aemond descubrió que besar a Lucerys era como sumergirse en el océano y oír cómo el mundo deja de existir.

Lo supo desde que no escucho los pasos acercarse.
Los pasos apresurados  y el sonido de una armadura.
Seguido el que abrieran la puerta.

Hasta que Luke le dio un empujón exaltado.
Aemond como si hubiera despertado de un sueño abrió los ojos lentamente para encontrarse con la mirada asustada de Lucerys, para luego percibir la presencia de otra persona. Chocó su mirada con la de su madre, la Reina Alicent en la entrada de la puerta junto a Criston Cole.

—Madre..—Aemond pudo pronunciar en un hilo de voz.

Alicent tenía su mano puesta en el pecho, como si ver a su hijo y el de Rhaenyra besarse le hubiera golpeado fuertemente en el corazón.

—Levántate.—ordenó Alicent aún con el dolor en el pecho. Cerrando los ojos por un momento, cómo si quisiera desaparecer lo que acababa de ver.

Aemond en los ojos de su madre descubrió algo nuevo. En lugar de la calma habitual que tenía cuando lo miraba, esta vez sus ojos no transmitían más que decepción.
Aemond reconoció esa mirada, pasaba cada que Aegon irrumpía con sus imprudentes acciones.

—Madre, yo...—Aemond fue interrumpido cuando Alicent con paso firme y ahora con rabia en su rostro se acercó hasta dónde yacían los dos amantes.

Sujeto a Aemond por la tela en su pecho, haciendo que esté se levantara y se desvanecería el calor que le producía sostener la mano de Lucerys.

Fue ahí cuando Aemond se encontró con la mirada de Luke, su corazón se desplomó al ver el rostro de Lucerys perder color volviéndose pálido.
Aemond no lo puede soportar más, siente esa necesidad por levantarlo y aferrarse a él.

Pero su madre lo saca de sus pensamientos cuando pronuncia ahora con una voz severa:
—Ser Criston, acompañe al joven Lucerys a sus aposentos.— sin decir nada y solo con una inclinación en la cabeza Criston Cole, levantó al joven Velaryon con rudeza, llevándolo fuera.

Aemond como si el fuego no se propagara en esa habitación, no le había quitado la vista de encima a Luke, para luego caminar solo unos pasos, tras su dulce Lucerys, no podía dejar que lo sujetaran de esa manera, no podía dejar que lo alejaran de él.

Pero, su madre lo sujetó del brazo fuertemente haciendo que Aemond retrocediera hasta quedar frente a ella.
Todo pasó tan rápido; la mano de Alicent golpeando fuertemente la mejilla que Lucerys minutos antes había acariciado y besado.

—¿En qué estabas pensando?—Ahora ella estaba gritándole.—¿Te parece divertido exhibirte así con él bastardo que te saco el ojo?.—Aemond siente una apuñalada en su corazón. La sangre que corría de la herida ahora eran las lágrimas que brotaban por su mejilla.

—Tu..— Alicent usó su dedo índice para señalarlo de pies a cabeza de manera despectiva.—Me has decepcionado.
No siento nada más que vergüenza por ti.—
Aemond sin respuesta siente las palabras como se cavaban dentro de él para desvanecerse en sus entrañas.

Alicent salió de la habitación sin antes volver a dirigirse a su hijo desde el umbral de la puerta.—No le causes más vergüenza a esta familia y aléjate de ese pequeño bastardo.—Sin mas dio la vuelta y los pasos fuertes que resonaban por todo el pasillo fueron desvaneciéndose hasta que un silencio invadió todo el lugar.

Abrumado se dejó caer de rodillas al suelo. Cubrió su rostro empapado de lágrimas.
Aemond se odiaba a sí mismo por recordar todo lo que alguna vez significaba el nombre de Lucerys para el.
Lo atormentado que estaba por su presencia y el enojo que le causaba su indiferencia.
Su sed de venganza aumentaba hasta que su alma parecía ser corrompida.

Pero todo había cambiado, las noches que le rezaba a los Dioses pidiendo clemencia; las respuesta fueron concedidas por los labios de Lucerys.

Ahí encontró el perdón a sus pecados, un camino que lo llevaba al hogar que nunca tuvo.
Pero, su madre no podría entender que había encontrado en Lucerys la mitad de su alma.

Esa noche Aemond volvió a rezar por el perdón. Esa noche solo podía pensar en el rostro de Lucerys.

"Pinky promise kisses"|LucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora