Capítulo 12: "La soñadora y el dorado."

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Por otra parte, en la fortaleza roja , aunque Sangre y Queso le habían perdonado la vida a Helaena, no pudo decirse que en realidad sobreviviese a aquel fatídico anochecer. No comía, no se bañaba y no salía de sus aposentos. Aegon dolido e iracundo no podía hacer nada mientras veía a Helaena hundirse en su locura cada día, así que desde entonces empezaron a dormir en habitaciones separadas.

Hasta que encolerizado y ebrio había llegado al colmo de su paciencia, le promete vengarán a su hijo con la misma moneda manchada de sangre.

Ser Cristo Cole siendo nombrado mano del rey ahora, no tarda en demostrar su temple cuando propone una estrategia similar para la venganza del príncipe Jaehaerys.

Aegon y Helaena no es el único matrimonio que duermen en habitaciones separadas.

En dragonstone: Lucerys y Aemond pasan los días separados. Desde su llegada sólo la culpa vive en Aemond, quien no soportaba mirar de nuevo a Lucerys; rechazando cada visita del joven príncipe, a sabiendas que su amor por él había condenado al pequeño Jaehaerys a morir.

Confinado en sus aposentos le es prohibido salir hasta que pueda identificar y calmar sus sentimientos y no ser un problema en la corte.

—Soy tu prisionero.—le dijo a Rhaenyra.

—No.—ella le contestó.—solo hasta que tú enojo no sea quien guíe tu juicio y pierdas la cabeza tomando una decisión errónea, de lo contrario si lo deseas, tendrás un lugar en mi consejo y en mi familia.

—Mientras soy tu prisionero.

Al anochecer, en el camino a los aposentos reales el sonido de aceros chocar y gritos de pelea hacen que Aemond despierte. Se acerca hasta la puerta intentando abrirla para descubrir quien pelea detrás de sus muros, pero no logra que la abran. Sumido en impotencia le ruega a los dioses que Lucerys esté a salvo. La lucha dura tan solo unos instantes, gritos de agonía se extienden hasta que solo quedan ruidos de sorpresa, luego un silencio largo.

Aemond se queda de pie petrificado, esperando lo peor o una señal más, pasan los minutos que parecen horas y no recibe nada.
Hasta que se escuchan cómo tiran de los seguros y el crujido de la puerta al abrirse deja ver a Lucerys pálido, sudando y con una mirada horrorizada.

Cómo si fuera lo último que harían, se aproximan y en un respiro ya están aferrándose uno con el otro en un abrazo que parece fusionarlos en uno mismo.

Aemond frota su mejilla en la de Lucerys acariciandola con la demanda de sentir su calor

—Oh Lucerys..—dice aliviado, no puede soltarlo todavía pero necesita saber si está bien así que lo separa y lo inspecciona sujetando su barbilla y buscando alguna herida.—¿Estás bien? Oh mi amor, ¿que ha sucedido? Solo podía pensar en que estuvieras bien... —Estoy bien—asegura Luke y recompone su voz.—Estaba muy asustado, se filtraron en el castillo y venían por mi y mis hermanos.—pero ahora su voz se quiebra, Aemond conmocionado por la trama contra Luke se vuelve a aferrar a su pequeño cuerpo.

—Yo debí estar ahí, yo debí estar ahí y protegerte, perdóname Luke, no dejare que duermas en otra habitación que no sea la mía ahora.

Más tarde le prepara un baño caliente a Lucerys para que pueda tranquilizarse. Mientras las manos de Aemond cuidadosamente lavan el cuerpo de Luke, este le cuenta lo ocurrido hace unas horas. El cómo los gemelos Cargyll lucharon entre sí hasta matarse, ya que Ser Arryk tenía como propósito los aposentos de los hijos de Rhaenyra, pero en pleno camino se encontró con su hermano gemelo. Ambos guardias reales juramentados en diferentes bandos.

«una jugada muy sucia.» pensó.

Cuando terminó con el baño, vistió a Lucerys con un traje de tela de lino. Se aseguró de acostarlo en su cama y ahí sus labios se encontraron cuando Lucerys no se contuvo y atrajo a Aemond hacia él. Sus manos descansaron en sus hombros mientras lo seguía besando. Aemond se había separado solo para de a poco quitarle cada prenda que él mismo había colocado, empezó a besar el cuello de Lucerys y mientras alcanzaba sus mejillas encuentra que éstas surcan en lágrimas.

"Pinky promise kisses"|LucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora