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La noche se deslizaba con su manto oscuro, y en su telar tejí mi preparación para la velada en el bar. Con una pizca de maquillaje, realcé mis facciones, pero como de costumbre, mantuve mi elegancia natural. La camisa se ajustó a mi figura con delicadeza, la falda verde se deslizó sobre mis piernas con gracia, y las botas completaron mi atuendo con un toque de audacia. Mis cabellos rubios, enredados en un peinado meticulosamente elaborado, recibieron la ayuda de Hange para alcanzar su perfección.


Adoro la metamorfosis que experimento al desprenderme del uniforme, revelando mi esencia bajo una nueva luz. Aunque mis opciones de vestimenta se vean limitadas por la discreción que debo mantener, aún así disfruto de cada elección, saboreando la libertad que emana de mi reflejo en el espejo. Hange, con su camisa amarilla y pantalones negros, irradiaba una energía singular, complementando mi propia transformación con su presencia vibrante.

(El arte de ninguna de estas fotos es mío)

Peinar a Hange siempre fue un reto, un desafío que aceptaba con placer, sabiendo que su resistencia se desvanecería ante la promesa de un resultado satisfactorio. La delicadeza de sus gestos, su impaciencia apenas contenida, eran rasgos que me recordaban a Jo, aunque en este juego de semejanzas y contrastes, Hange ocupaba un lugar único en mi corazón.

Me reconfortaba tenerla a mi lado, una amiga fiel en quien confiar y compartir risas, aunque mi lealtad hacia Jo permaneciera intacta en el santuario de mis recuerdos. No podía engañarme a mí misma, forzando la ilusión de que Jo aprobaría este nuevo capítulo de mi vida. Su ausencia pesaba en cada decisión, en cada sonrisa que compartía con Hange.

"¡(Nameee), vamos, estoy aburrida!" protestaba Hange, interrumpiendo mis pensamientos.

"Ya casi estamos listas, solo un momento más. Sabes que el chico nuevo estará allí", respondí, deslizando mis dedos por mi cabello en un último intento por perfeccionar mi apariencia. Hange, tumbada en mi cama, me observaba con una sonrisa pícara.

"¿El enano?" se burló, incorporándose con complicidad.

"Exactamente, es guapo" respondí con entusiasmo.

"¿Te gustan los enanos?" preguntó con malicia.

"Parece que sí... aunque no es tan pequeño", admití, sabiendo que al revelarle mis intereses, Hange se encargaría de difundir el rumor. Era parte de una estrategia para que Levi dejara de ser tan tímido y se acercara a mí, no se por que quería eso; pero, lo deseaba, por lo menos entablar una amistad con el.

"PEDOFILIA", exclamó Hange, provocando una carcajada nerviosa en mi.

"¡¿Qué?! Tú tienes una obsesión con los titanes y no te digo nada", contraataqué entre risas, aunque su comentario me dejó desconcertada.

"Es diferente, los titanes no son bajos", argumentó, y decidí no profundizar en el tema por razones obvias.

"Está bien, nos vamos", concluí, ansiosa por dejar atrás la complicidad incómoda y sumergirme en la noche que aguardaba fuera de aquella habitación.

20

Después de un paseo por las callejuelas de Shiganshina, llegamos a un modesto bar destinado exclusivamente a los soldados de la legión. Era viernes, y como era de esperar, el lugar estaba abarrotado.

Paraíso Oscuro {Levi y Tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora