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Los años transcurridos, aunque marcados por la sombra de la tragedia, han sido una danza vertiginosa entre la diversión y la desolación. La pérdida de Jo, mi otra mitad, ha dejado un vacío imposible de llenar, una ausencia que se cierne sobre mi vida como una nube oscura en un cielo despejado. Sin embargo, en medio del dolor, encuentro consuelo en las risas y la camaradería compartida con Hange, mi compañera de travesuras y confidente en este mundo despiadado.

Nuestra amistad es un bálsamo en medio del caos, un refugio donde podemos ser nosotros mismos sin temor al juicio o la condena. En los bares mal iluminados, donde la cerveza fluye como el río de la vida y las risas resuenan en las paredes, encontramos un respiro de la realidad, un momento de efímera felicidad en medio de la oscuridad.

Pero mientras me sumerjo en la alegría efímera de la noche, el recuerdo de Jo me persigue como una sombra implacable. Su ausencia es una herida que nunca cicatriza, un eco silencioso en el rincón más profundo de mi corazón. A veces, me pregunto si ella estaría orgullosa de la persona en la que me he convertido, si encontraría consuelo en mi lucha por sobrevivir en un mundo que nos arrebata todo lo que amamos.

La vida en la tropa de exploración es una danza entre el deber y el deseo, una lucha constante por mantener la cordura en medio del caos. Los días comienzan con el entrenamiento, una rutina implacable que nos prepara para los desafíos que nos esperan más allá de las murallas. Hoy, el combate mano a mano fue el desafío, y aunque Hange y yo intentamos tomárnoslo en serio, nuestra naturaleza juguetona siempre encuentra una forma de interponerse.

A pesar de las exigencias del entrenamiento, a veces me pregunto si este es el destino que elegí para mí, si este camino de lucha y sacrificio es realmente lo que quiero (Aún espero que mis padres me vengan a buscar, pues creo que ya madure lo suficiente) o simplemente casarme y salir de este lugar. Pero en medio de la incertidumbre, una cosa es clara: mientras haya titanes que derribar y vidas que salvar, no puedo darme el lujo de dudar. En honor a Jo, en honor a todos los que hemos perdido en esta guerra interminable, debo seguir adelante, sin importar las dificultades que se interpongan en mi camino.

El castigo, una pausa breve en nuestras travesuras, llegó a su fin, aunque debo admitir que casi lo olvido por completo. Mi mente, siempre divagando entre pensamientos errantes, se desvió de la importancia de una reunión pendiente. Hange, mi compañera, casi me arranca la cabeza por mi descuido, insinuando que la reunión era crucial por razones que, para mí, quedaban en la penumbra.

Sentadas juntas para el almuerzo, Hange, con su característica sobre exaltación, no pudo contener la novedad que ardía en su pecho.

"Oye, (Nome), no vas a creer lo que sucederá mañana", anunció, su entusiasmo palpitando en cada palabra.

"¿Oh, y qué será tan asombroso mañana, Hange?" respondí, mi tono sarcástico apenas ocultando mi indiferencia. Hange, siempre inclinada a magnificar lo trivial, tendía a otorgar una importancia desproporcionada a los eventos cotidianos, como si cada día fuera una aventura épica en ciernes – Por ejemplo se emocionaba cada vez que nos enseñaban la anatomia de un titan.

"Mañana llegarán tres nuevos cadetes", continuó, agarrándome de los hombros con un vigor excesivo, como si tratara de infundirme su misma emoción, que la verdad terminó funcionado.– "Se unirán a nuestro entrenamiento durante los próximos meses y luego se integrarán al escuadrón de Erwin este año".

"¿Cómo es posible? ¿Por qué no comienzan desde el nivel uno como todos los demás?" cuestioné, tratando de discernir el motivo detrás de esta excepción aparentemente injustificada.

Paraíso Oscuro {Levi y Tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora