Capítulo 2

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JASPER

Me hastié a mí mismo pensando y soñando despierto sobre las decisiones que debo tomar sobre mi futuro. Por meses bloqueé de mi cabeza aquella idea. ¿Cómo podía planear un futuro que ya está planeado por mis padres?

Mi mente me dijo que tal vez había una posibilidad de que eso cambiara, si le hago ver a mis padres que ser un escritor es algo bueno y exitoso, ellos me dejarían en paz, pero entonces, empiezo a sentir que no es nada más que una ilusión; una fantasía más con la cual entretenerme. Mi sueño de estudiar literatura y que mis padres me apoyen es cada vez más lejano, cuando vienes de una familia de rangos importantes con profesiones importantes, es difícil que te dejen ser un don nadie —como mi madre le dice— y estudiar algo que valga la pena. Así que desde hace tiempo renuncié a ese sueño, o eso creí.

Ahora que estoy en tercer año, siento la presión apretándome en el pecho. No quiero estudiar algo que no me haga feliz. Para mis padres es importante ser alguien en la vida, sé que todavía falta un año para entrar a la universidad, pero mis padres no dejan de abrumarme en las decisiones que tomaré. Y necesito encontrar una manera de hacerles cambiar de opinión.

Soy bueno en natación, tengo excelentes calificaciones, y aún así para ellos no es suficiente. Todo me parece una mierda a la luz del día, especialmente cuando despiertas en una habitación repleta de trofeos y medallas abarrotándose en una esquina y acumulados de polvo. Al final del día, nada es suficiente.

Después de regresar de las vacaciones de verano, he decidido guardar los trofeos en una caja, simplemente ya no quiero verlos más. Quizás se los envíe a mamá, ella los necesitará más que yo. La puerta de mi habitación suena y me dirijo a ella para abrirla.

—Joven Bennet —dice la directora Margaret entrando a mi habitación, yo me quedo parado en la puerta sin decir nada—. He hablado con la presidenta Victoria y me dijo que ya se recuperó y que participarás para el próximo torneo.

—Así es —respondo.

En las vacaciones de verano me había lesionado el tobillo, solo fue un esguince nada grave. Pero cuando eres atleta, una pequeña lesión a veces suele ser molesta.

—Me parece perfecto. Como el mejor alumno e hijo de la presidenta Victoria, nos orgullece que seas parte de este último evento —añade con un tono entusiasta—. Su madre debe de estar muy orgullosa de usted.

—No tiene una idea —añado con una media sonrisa.

—Será un juego grande e importante. No olvide descansar, de todos modos falta un mes.

—Lo haré.

—Bueno, no lo interrumpo más. Solo venía a saludarlo y ver como está, que tenga buen día, joven Bennet.

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—No lo tolero —añado entrando a la habitación de Calvin que se encuentra con Eliot jugando videojuegos. Como es domingo, está permitido jugar.

—¿A quién? —pregunta Eliot sin quitar la mirada del televisor.

—Al nuevo. Su nombre es Phoenix, es escocés y es tan borde —añado llevando mis manos a mi sien para masajearlo.

—Ya sabes lo que dicen de ellos, que son bien tacaños —comenta Eliot llevándose una galleta a la boca.

—No me interesa si lo es o no, pero de lo que estoy seguro, es que no se saldrá con la suya —digo mientras tomo asiento en la cama.

—Déjamelo a mí —agrega Calvin, sentándose a un costado de mí—. Te apuesto que no durará ni una semana aquí.

—¿Qué piensas hacer? —pregunto frunciendo el ceño.

—Ya lo verás.

—No vayas a hacer lo mismo que le hiciste a Brandon hace un año. Casi lo mandas al hospital —me apresuro a decir.

—Claro que no —responde Calvin—. Está vez será mucho mejor.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora