Capítulo 6

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PHOENIX

Despierto en una sala parecida a la de un hospital. Me siento en la cama y me doy cuenta que no llevo puesto la camisa ni el saco escolar. Hago a un lado la sábana con la que me tapaba y me paro de la cama.

—No se levante joven —añade una mujer corriendo hacia mí—. Debería descansar.

—¿Qué sucedió? —inquiero con desconcierto.

—¿No recuerda nada? —pregunta.

Intento pensar con claridad. Lo único que recuerdo es haberme arrojado al lago. Después de eso me es difícil recordar.

—¿Cómo llegué aquí? —pregunto.

—Te trajo un alumno.

—¿Qué alumno?

—No le vi la cara, hay tantos alumnos que es difícil distinguirlos a todos —comenta con una media sonrisa.

—¿Ya puedo irme? —pregunto inquieto.

—No, te recomiendo tomar reposo hasta que te sientas mejor.

—Ya me siento bien —añado con una sonrisa.

—Joven Cooper, lo qué pasó fue muy grave, su pulso estaba muy bajo que incluso no podía respirar, tuve que estabilizarte, es para que lo reporte a la directora.

—Por favor, no lo haga —me apresuro a decir.

—No se lo diré, pero no vuelva a hacer algo así. Si necesita ayuda, puede ir con la psiquiatra del instituto, ella puede ayudarle con lo que sea y es confidencial.

—Lo pensaré, gracias.

•◦ ❈ ◦•

Me encuentro sentado en la dirección esperando a la directora Margaret. La veo entrar mientras me saluda. Toma asiento en el despacho y después me mira.

—¿Cómo te ha ido esta semana? ¿Te has adaptado a tus clases? —pregunta con mucha amabilidad.

—En realidad, odio este lugar —admito.

—Sé que es difícil ser el nuevo de tu año, pero poco a poco irás adaptándote.

—No lo creo. Todos son unos ineptos.

—Joven Cooper, ¿Qué espera del internado?

—¿De verdad quiere saberlo? —pregunto, ella asiente—. Quiero salir de aquí.

—Escucha, Phoenix. Lo que hacemos en este instituto es crear alumnos que puedan tener un futuro exitoso. Intentamos inculcar el pensamiento y la libertad de que sean jóvenes aptos para hacer alguien importante en la vida.

—Ah, que bien.

—Deja tu sarcasmo a un lado —añade con un tono serio—. Si lo que quieres es estar en tu casa encerrado sin hacer nada y que no te lleve a un futuro prometedor o tal vez a seguir un sueño que te haga feliz, entonces este no es lugar para ti.

—No es eso, simplemente no lo entendería.

—No te voy a presionar Phoenix, y si te mandé a llamar no solo fue por eso, sino que su madre nos informó que sufre de una insuficiencia cardíaca, y por consecuencia, está prohibido hacer ejercicios pesados, pero hablamos con su médico y nos recomendó que puedes hacer natación. Eso te ayudará para aumentar tu resistencia física.

—No quiero —añado a secas.

—No se trata de si quiere, es una obligación que todo alumno realice una actividad física. En este caso es por su bien. Todos los alumnos hacen una hora de deporte, en tu caso, serán solo 30 minutos —comenta desde su despacho.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora