Capítulo 9

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JASPER

Antes de que comience la clase, decido esperar a Phoenix en el pasillo. Después de aquel día las cosas no terminaron como quise, sino que todo terminó en un malentendido.

—Phoenix —lo llamo.

Va caminando por el pasillo con los audífonos puestos. Él me mira con disgusto, su rostro está lleno de golpes debido a la pelea. Intento detenerlo, pero no lo hace en absoluto.

—Te estoy hablando —digo a un costado de él, apresurando el paso.

—Y yo te estoy ignorando —suelta con seriedad si tan siquiera mirarme.

—Lo qué pasó aquel día, yo no tuve nada que ver, tienes que creerme —me apresuro a decir.

—¿De verdad quieres que te crea?

—Sí, porque estoy siendo honesto, de verdad yo no sabía lo que Calvin estaba planeando.

—Son amigos, ¿Cómo no vas a saberlo? —dice con un tono de enfado.

—No todo lo que hace Calvin me lo dice —confieso.

—Escucha Bennet, si lo hiciste o no, que más da. No sé que ganas con venir a decírmelo.

—No quiero que pienses mal de mí —admito.

—¿Te preocupa que piense mal de ti? —pregunta, deteniéndose en el pasillo para mirarme con un gesto de ironía—. ¿Por qué? No se supone que soy solo uno más ¿Recuerdas?

Me muerdo el labio inferior. Suelto un suspiro pesado intentando pensar en algo.

—No me gusta que las personas piensen mal de mí, eso es todo —añado.

—¿Solo eso? —inquiere alzando una ceja.

—Sí.

Se da la vuelta y comienza a caminar de nuevo, esta vez no lo detengo.

•◦ ❈ ◦•

Phoenix lleva todo el día ignorándome y es obvio porqué. Todo el internado no deja de hablar sobre la pelea que hubo entre él y Calvin, y más ahora que fue suspendido. Es la primera vez que lo suspenden, y eso no hubiera sido por mí sino hubiera hablado con la directora Margaret.

—Joven Bennet, lea su poema —me llama el profesor Anderson.

Me levanto de mi asiento con la hoja en las manos. Todos tienen puesta su mirada en mí, excepto Phoenix. Me aclaro la garganta y prosigo a leer en voz alta.

—Fuimos atrapados como cascadas de agua deslizándose mientras caíamos suavemente por brisas de viento. Fuimos consumidos como un fósforo en llamas incendiándonos la piel. Fuimos separados por la incertidumbre, pero unidos por el alma. Quizás no seamos el uno para el otro en esta vida. Pero la idea de que existes, es suficiente para mí.

Me quedo inmóvil sin saber que hacer. Es la primera vez que comparto alguno de mis escritos. Desvío la mirada hacia mi costado, encontrándome a Phoenix mirándome en silencio, pero cuando lo descubro viéndome, quita la mirada rápidamente. Tomo asiento de nuevo mientras guardo la hoja entre el libro.

—Gracias, Bennet —añade el profesor Anderson desde su escritorio—. ¿Nos puedes compartir la idea de tu poema? ¿Cómo nació aquello?

—Yo... —intento descifrar mis propias palabras—. A veces en esta vida no podemos tenerlo todo, pero con el simple hecho de saber que existe esa persona en el mundo, es suficiente, ¿no es así? De ahí nació la idea.

Ruego porque el profesor no me pregunte más. Suelto el aire de mis pulmones cuando lo veo revisar su lista.

—Ahora bien, ¿Quién sigue? —pregunta el profesor Anderson mirando al frente—. Joven Cooper, lo veo sentado en un estado de melancolía y con la mirada perdida, vamos a ayudarte. Levántate y lea su poema.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora