Capítulo 13

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PHOENIX

Llevo dándole vueltas a mi cabeza pensando en alguna respuesta. ¿Por qué Jasper me mandaría cartas? ¿Y si es una clase de broma? ¿Y si todo esto fue planeado por Calvin, Eliot y Jasper?.

Me encuentro dando vueltas en la biblioteca alejado de todos. A esta hora muchos se han ido y tal vez sea porque es la hora libre. A lo lejos, veo a Jasper entrar y caminar hacia donde estoy. Me adentro al pasillo final mientras me armo de valor. Mi pulso está acelerado.

—¿Para qué querías verme? —pregunta Jasper cuando llega a mí.

—Ya sé que eres tú —añado sin rodeos.

No quiero demostrar que estoy nervioso, aunque la realidad es que si lo estoy.

—¿Yo qué? —pregunta frunciendo el ceño.

—Deja de mentir, Bennet. Sé que eres tú el de las cartas.

El rostro de Jasper cambia por completo a uno de asombro.

—¿Cómo lo supiste? —inquiere con sorpresa.

—El día que hicimos el trabajo vi tu poema, entonces me di cuenta que era la misma letra qué de las cartas.

Jasper me mira en silencio como buscando las palabras.

—¿Y qué piensas hacer con eso? —pregunta.

—¿Qué quieres decir? —añado desconcentrado.

—Ahora que lo sabes, ¿Qué harás?

Eso no lo había pensando, pero eso me demuestra que no es alguna clase de broma o un plan entre sus amigos.

—No pienso decirle a nadie, si eso es lo que te preocupa —comento sincero—. ¿Por qué lo hiciste?

—Porque no encontré otra forma de acercarme a ti, más que mandándote cartas.

—¿Tu fuiste el que me sacó del lago?

—Sí —responde—. Lo que te dije en la primera carta fue cierto.

Me quedo en silencio intentando recordar que decía, pero antes de hacerlo, Jasper se me adelanta.

—Me asusté mucho cuando no te vi salir del agua.

—No pretendía hacerlo —contesto.

Jasper me da una mirada de confusión y una mezcla de tristeza.

—¿Por qué lo hiciste?

—Ese no es asunto tuyo.

—Tienes razón.

Se produce un silencio incómodo. Entonces me doy cuenta de algo.

—¿Por qué dijiste que no sabías como acercarte a mí, si desde un principio te burlabas de mí? No tiene sentido.

—Sé que piensas que soy un idiota, pero yo jamás me burlé de ti.

—No lo eres, pero te comportas como uno —añado con un tono serio—. Aunque tampoco hiciste nada para detener a tus amigos.

—En realidad, sí lo hice —agrega—. ¿No has notado que ya no te molestan?

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora